ESPEJOS MEDITERRÁNEOS EN EL REINO DE VALENCIA.

ESPEJOS MEDITERRÁNEOS EN EL REINO DE VALENCIA

Y qué le voy a hacer, si yo nací en el Mediterráneo, en el Reino de Valencia. Y como tal, la dieta (mental) mediterránea nos lleva en ocasiones a atracones de espejos que reflejan algo más que el temperamento típico del “mare nostrum”.

Esa dieta que lleva a algunos a convencer, o intentarlo mediante demagogias cambiantes según el puesto que ocupan, a incautos o interesados ciudadanos que creen en el Dorado mediterráneo traído de otras tierras próximas antaño lacayas de un reino que las subyugó como condado mientras que permitía que otro reino consiguiera un siglo de oro de sus letras escondido en la penumbra del ausente orgullo de sentirse valenciano para intentar vender la falacia de una dependencia histórica inexistente y tergiversada para alimentar dicha demagogia.

Con 30 años de pre-calentamiento en la banda alimentado por la huestes socialistas quienes amarraron en la puerta del progreso a una identidad que comenzaba a florecer y fue cercenada a medias por el pseudo progresismo lermista y ciscariano difundiendo que esta identidad era casposa y facha ante la deslumbrante progresía de quien utilizaba palabras, frases y giros ajenas hasta entonces por un pueblo oprimido en su personalidad por la recién desaparecida dictadura, para dotar a la cultura de unas formas idénticas a las del antiguo condado quien comenzó a ver el Reino de Valencia como parte futura de una idea imperialista unida a Baleares.

Más tarde, el vuelo de una gaviota que ofrecía libertad como su vuelo muestra, fue abatido por acuerdos ajenos alimentando una falsa dependencia argumentada por la necesidad de estado para el equilibrio social estando aun esperando el agradecimiento por tal sometimiento.

Ese trabajo se construyó desde la base de la enseñanza para que futuras generaciones abrieran los ojos al mundo pensando que siempre hemos sido espejo de otra nacionalidad. Cuando la nuestra, , la del Reino de Valencia, más difuminada en la historia de España, nunca fue provocadora de tan ansiada separación ibérica y, lejos de pretender lo mismo, inicia su himno con una frase ante franquista: “per a ofrenar noves glories a Espanya…”. Frase de la que hoy reniegan quienes aspiran a seguir cobrando cantidades ingentes de dinero venido del trabajo leal a este imperialismo diseñado comarcalmente, o de las actuales instituciones propias quienes aumentan considerablemente sus dotaciones justificadas mediante actividades para intentar seguir siendo el espejo de quienes ahora pretenden un referéndum ilegal y fascista llamando fascista a quienes no piensan como ellos, llamando golpistas a los que intentan parar su golpismo, manejando las palabras para seguir haciendo creer a los incautos que su vida va a mejorar fuera de un país que tras cinco siglos de unidad ve como por tercera vez se intenta una balcanización hispánica.

No ocultan para nada que su próximo objetivo, tras la independencia unilateral que quiere que voten todos y en la que solo votarán ellos mismos para justificarse a ellos mismos la voluntad mayoritaria de la minoría separatista ante la mayoría silenciosa y españolista, es Valencia. Y uno se arriesga a pensar, pues llegado este momento nadie duda de mi forma de ver las cosas y el riesgo es mínimo, que la entrada de los radicales comunistas en el gobierno de nuestra tierra valenciana y en la de Baleares, ha acelerado el proceso y ha metido una marcha larga e intensa pues sabedores del riesgo que entraña que el 2019 haga su aparición y con ella la marcha de ese efímero poder, destroce las anheladas pretensiones de unidad por la lengua y territorial. Hay que conseguirlo antes de que llegue mayo de ese año.

Y es precisamente la lengua, la única batalla ganada reconocida por la vicepresidenta mayor del Consell quien no ha dudad en apoyar “el procés”, lo que se utiliza y manipula para intentar cohesionar a unas regiones para formar una nueva federación de naciones y comenzar a circular en una península dividida en tres estados. Pero la voluntad popular en Valencia no está tan avanzada como a ellos les gustaría y trabajan para que las futuras generaciones así lo vean. Y con la forma genuina de comunicación de los humanos, tratan de vender que somos iguales y que descendemos del mono… del monolingüismo que pretende imponer. Pues hoy en día es prácticamente imposible que mi hijo en Valencia (España) estudie en castellano con la excusa de ese plurilingüismo que no es otra cosa que inmersión lingüística al más propio reflejo de lo que sucedió en los años 80 que han desembocado en esta deriva que intenta arrastrarnos.

Muchos no queremos ser el espejo de lo sucedido. La maraña está ya muy avanzada y los huevos muy distribuidos eclosionando de manera acelerada en multitud de vertientes, sobre todo culturales y festivas. Aunque aquí chocan claramente con el sentimiento fallero el cual les supone en estos momentos el mayor grano en el final de la espalda con el que podrían haberse encontrado.

Y es que la historia se repite. Las fallas vuelven a ser el refugio de un sentimiento que intenta ser aplastado por el huracán “Carles” y vuelven a preservar una identidad que es vapuleada constantemente por la historia y utilizada como moneda de cambio mesetera-condal sin sonrojo alguno.

Y las fallas (que no todos los falleros, pues aún hay quien pide diálogo a pesar de ver como se le pisa el cuello y no se le deja respirar o está infiltrado en un intento vano de controlar la situación) vuelven a plantar cara a la apisonadora que asola la historia y la cultura para revestirla de un recubrimiento nuevo y dorado. Pero es tan solo un baño. La verdadera historia de Valencia, pronto florecerá y volverá a brillar en lo más alto del orgullo valenciano. Un orgullo distorsionado que urge ser revisado en los libros de texto y el tejido social para seguir ofreciendo al Mediterráneo una cultura propia sin espejos y conseguir que el “nosferatu” condal se olvide definitivamente de nosotros pues ya no se verá reflejado.

Nuestro reflejo, nuestra imagen en el espejo de España tiene que seguir siendo nuestra verdadera historia, de grandes personas que han hecho de Valencia una tierra única en el mundo. Ellos quiero verme reflejado. Ellos son mi pueblo, el Reino de Valencia

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