Este Valencia C.F. también es inviable

La guinda. Bancaja, el Banco de Valencia, la CAM, RTVV y otros grandes referentes valencianos han cerrado por inviables. Y ahora el Valencia C.F. está al borde del concurso de acreedores o de caer en manos de vete a saber qué especulador financiero. ¿Tan mal hacemos las cosas? No. Lo que pasa es que cualquiera de estos referentes había adaptado un modelo que hacía inviable su existencia.

No es nuevo en la sociedad valenciana. Aquí han cerrado desde el Banco de Alicante hasta el de Castellón, Promobanc, el Banco de la Exportación y muchos más desde hace muchos años. ¿Mala gestión? También, pero sobre todo es que fueron pensados para que unos pocos se enriquecieran del dinero de otros muchos. No es nuevo. La Taula de Canvis ya quebró en el siglo XV por el mismo motivo.

Podemos achacar a los políticos de turno una mala gestión con los recursos financieros de las entidades valencianas, pero forma parte del ADN valenciano. Algo que debería estar recogido en la asignatura que prepara la consellera María José Catalá. 

RTVV también se ha demostrado inviable con la suma de una deuda monstruosa, producto de una gestión torpe y un modelo televisivo más antiguo que la picor. 

Y ahora el Valencia C.F.. Hace años que el modelo de empresa adoptado por el Valencia está en quiebra técnica. La obsesión por xiular mes que els altres ha llevado a proyectos faraónicos, absurdos, que al final han estallado. Los políticos, como el caso de Rita Barberá o Camps, solo han hecho lo que han hecho todos los políticos durante los años gloriosos. Mucha obra, mucha reconversión urbanística y mucho jugar con el dinero prestado. Pero la responsabilidad es de los socios y las directivas que creyeron que éramos ricos de familia. Y las sucesivas batallas presidenciales solo han querido mandar y tener poder, sin recordar la brutal deuda.

Y claro, la burbuja ha estallado con millones de deuda y unos intereses por esa deuda que suman más que cualquier fichaje de relumbrón. ¿Qué hacer ahora? Pues Salvo y Rita Barberá han adoptado una postura numantina sin aclarar cómo van a pagar las letras, más propio de los años gloriosos. Niegan la crisis, enarbolan la bandera y recuerdan a Goirigolzarri que puede perder los millones de los impositores valencianos (¡Ja!). No saldrá ni un euro por este motivo.

Bankia y Alberto Fabra están en la parte opuesta. Defienden la venta a un buen postor por un simple motivo: Alguien tiene que pagar lo que se debe. Incluso haciendo quitas, la deuda es tremenda. ¿La quieren pagar los socios? ¡No! Aquí nadie asume responsabilidades. ¿Y por qué  tienen que pagar impositores y contribuyentes que a lo mejor no tienen que ver con el fútbol? ¿Y si hay dinero público para el Valencia, por qué no para el Hércules, el Elche, el Villarreal o el Castellón, por citar unos cuantos? 

Pero incluso vendiendo el actual Valencia C.F. es inviable. Los ingresos regulares de una temporada dan pocos beneficios y si hay poca caja es difícil pagar las letras aunque los acreedores den cien años de plazo. Por lo tanto el potencial comprador tendrá que cambiar el modelo de empresa deportiva. Como ocurre con RTVV (una televisión autonómica es posible pero con otros modelo de explotación y gestión), el Valencia C.F. es viable si empieza a pensar que el fútbol es una empresa o no es nada. Una empresa que vende emociones, pero que debe funcionar como cualquier otra.

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