William Vansteenberghe

Europa, o la mano que mece la cuna

No dejo de observar con gran preocupación toda una serie de movimientos muy extraños en la política europea a la hora de aprovechar el terrorismo para reducir libertades individuales y colectivas sin explicaciones coherentes ni claras. Sin duda alguna, es el mejor de los momentos ya que, la gente bajo psicosis es la que requiere la ocupación de la calle por las fuerzas del orden.
Ya vimos en Turquía como era utilizado el terrorismo para ganar elecciones,  para eliminar rivales incómodos, así como para atacar con toda libertad a una población, la kurda, transformada en el sorprendido culpable.
 Los rusos, con el cuchillo entre los dientes y matando a los equivocados, con el solo fin de defender sus intereses en Siria,  y todo el mundo callado, de hecho se echó de menos una crítica decidida por parte de Europa a los excesos de Putin, cuando se dedicó a interpretar el papel de matón de feria, haciendo referencias asesinas al paraíso y de cómo se podía acortar la vida de personas que a él se le antojaban culpables. Que decir de las escenas ignominiosas de los soldados rusos pintando sus bombas con mensajes que acompañan a la muerte teledirigida.
A ello podemos sumar a Francia y su prolongación exprés de la Ley Marcial, no tengamos miedo a las palabras. El ajuste récord de las Leyes  sin discusión y por unanimidad, que acunan todo lo necesario para entrar en cualquier domicilio sin permiso de su propietario y ante  mera sospecha.
Asimismo la Unión Europea que de forma instantánea, donde antes se había caminado hacía atrás durante años, aprobaba el cambio del marco Schengen, devolviéndonos a las fronteras decimonónicas de Europa, diluyendo nuestra Unión en un resucitado nacionalismo patrio, coincidiendo sorprendentemente con lo que exigía Marie Le Pen.
Finalmente Bélgica con el vice presidente, Jan Jambon estigmatizando Bruselas en un reparto asimétrico del control policial con respecto al resto del país con un claro fin político, el debilitar la única zona bilingüe del país.Ni España se atrevió en los tiempos de ETA, a aislar parte del territorio.
Haciéndome eco de la palabras de la filósofa Judith Butler: ¿Estamos llorando nuestros muertos o sometiéndonos al poder de un Estado cada vez más militarizado, aceptando así la suspensión de la democracia?
Y mientras respondemos a esta pregunta, la mayoría silente practicando lo que mejor sabe, callar.

Artículo escrito por Guillermo Vansteenberghe
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