Ex tecnhica progressio. A propósito de los Jaime I.

Me disculparán ustedes que arrime el ascua a mi sardina académica -mañana toma posesión en la UPV el rector Mora- destacando del siempre sencillo, y ayer más austero, acto de proclamación de los ganadores de los Jaume I, las palabras de inicio y final -como un “cap i cua” muy intencionado- del discurso del Molt Honorable. La innovación, la investigación y el desarrollo, vino a decir en una decidida alteración del orden en el que habitualmente se colocan estos conceptos en el famoso acrónimo I+D+I, son la garantía de bienestar y de progreso.

La ciencia, la investigación y la empresa, piezas claves del motor de crecimiento económico y progreso cuya puesta a punto es ya imprescindible y que, en la práctica, no acaba de arrancar. Esto segundo pretende ser una síntesis de las palabras de Vicente Boluda, a la sazón presidente de la Fundación tras relevar la brillante etapa de Rafael Aznar. Aunque lo de “no acaba de arrancar” creo que no lo dijo, y fui yo el que así lo entendió.

25 años de premios desde el que empezara con el de investigación básica en la convocatoria de 1989 y obtuviera el catedrático de bioquímica del Centro de Investigaciones Científicas Isla Cartuja de Sevilla, Manuel Losada; veinticinco largos -o cortos- años durante los que han ido sumándose la economía, la medicina, el medioambiente, las nuevas tecnologías, hasta llegar Juan Roig y la emprendeduría de la mano, esta vez, del joven Jaime Espinosa y sus helados de yogurt Llaollao (setecientos empleos, oí susurrar a la exministra y empresaria Garmendia mientras Santiago Grisolía anunciaba el ganador de esta sección).

Una trayectoria fecunda de esfuerzo, rigor y creatividad que honra nuestro pasado más reciente y caracteriza una sociedad, la valenciana, que lejos de dormir al sol sabe sacar de él energía y color a partes iguales. Unas bodas de plata fructíferas que, para mi desgracia, se han dejado en la gatera el premio de “sostenibilidad, urbanismo y paisaje” (el Jaume I de arquitectura, como me gustaba llamarle mientras fui Jurado del mismo). A las de oro, hizo mención esperanzadora Boluda.

Coincidí, para mi satisfacción, con Rita Barberá a la entrada del Palau de la Generalitat. Ella sabe que yo sé que somos muchos, muchísimos, los valencianos que sabemos que otros saben por qué la tienen en su insidioso punto de mira. Saldrá el tiro por la culata. El profesor Grisolía saludaba, protocolario, a las autoridades y “con especial cariño” a la Alcaldesa, antes de proclamar los vencedores. De forma muy elegante nos representó a todos.

No es momento de nostalgias ni de lamentos melancólicos -en esto voy a coincidir con Montoro- ni de echar las campanas al vuelo porque los datos de empleabilidad de mayo nos den un mínimo respiro; es momento -hace tiempo que lo es- para la acción; y el movimiento se demuestra andando (u obras son amores …).

Sostengo la peregrina teoría del “contagio positivo”; aquélla por la que la localización de un pionero provoca la creación de un poblado o de un polo científico; aquélla por la que, razonable aunque inesperadamente, se deshace un inoportuno y fortuito atasco en la autopista. Pero no esperaré que me encuentre sentado y absorto en la puerta de mi cátedra. (Tampoco la presentaré a la próxima convocatoria de los Jaime I, claro).

Hoy les dejo esta opinión positiva y una llamada contra el discurso pesimista, nihilista casi, de “neo luditas” y otros pretendientes del conservacionismo en exclusiva que, habiendo dimitido del optimismo tecnológico (tal vez nunca lo profesaron) se oponen hoy al progreso.

*José María Lozano Velasco. Catedrático de la UPV. Secretario de la Comisión de las Ciencias del CVC.

          

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