Enrique Arias Vega, colaborador en Valencia News. Más fácil protestar que hacer

Extremistas y extremistas

Cada vez se lleva más el radicalismo ideológico. El no tener hoy ideas radicales, sobre lo que sea, se considera blandenguería, pusilanimidad y hasta cursilería. La verdad parece ser patrimonio exclusivo de los extremistas y no de la gente templada. Pero no todos los extremismos son iguales. Por supuesto.

Un amigo moderado, de los pocos que aún quedan, me acaba de hacer una observación que me ha dado que pensar: “Los extremistas de izquierda son más sectarios que los de derechas, más intransigentes y radicales que ellos”.

¿Será verdad? Mi amigo no se refiere a los partidos políticos, ya que aquí no tenemos individuos públicos equivalentes a Marine Le Pen o a Donald Trump, sino a la gente en general, desde los tuiteros hasta los comentaristas televisivos.

Lo cierto es que los opinantes de derechas suelen quedarse un paso más atrás que sus homólogos de izquierdas, como si les diese apuro llegar más lejos. Son tajantes, fundamentalistas, contundentes y hasta faltones, pero parece avergonzarles que alguien pueda llamarles fascistas, ultras, franquistas u otro epíteto descalificador.

Los de izquierdas, en cambio, so se cortan. Pueden permitirse cualquier exceso porque nadan a favor de la corriente, de una moda ideológica y social en la que ser progre, indignado, revolucionario… es lo que se lleva como síntoma de modernidad, de estar al día. Justo lo contrario que sucedía tras la victoria de Franco en 1939, en que la gente presumía de ser falangista o de “derechas de toda la vida”.

Lamentablemente, en estos ciclos en los que pasamos de un extremismo a otro, el pensamiento tolerante, moderado y racional parece haberse perdido por el camino.

Opinión de: Enrique Arias Vega, colaborador en Valencia News

Ir arriba