Enrique Arias Vega, colaborador en Valencia News. Más fácil protestar que hacer

Frío en verano

La gente se queja del calor y yo estoy pasando más frío que nunca. La culpa es mía, claro, por mi inmoderada afición al cine y porque me olvido de llevar la bufanda a los estrenos. En ninguna sala la temperatura sube de los 19 grados, con lo que los escasos cinéfilos cogemos unos constipados de órdago. Si, al menos, la gente acudiese en manada a ver las películas, los espectadores podríamos darnos calor corporal unos a otros y hasta enterarnos del argumento del filme en cuestión porque, ésa es otra, tanto darnos cachetadas en las orejas para combatir el frío acabamos sin oír la mitad de los diálogos.

Aunque no lo parezca, existen unas normas para evitar, si no los catarros, al menos el derroche energético. El Gobierno de Rodríguez Zapatero, que se dedicaba todos los días a aprobar leyes a cuál más peregrina y que luego incumplía de forma sistemática, estableció en una Ley de Economía Sostenible que en los lugares públicos no se podía poner aire acondicionado en el estío por debajo de 26 grados. ¿Conocen ustedes algún sitio en el que eso suceda?

Si vamos a grandes superficies comerciales, en ellas hace simplemente un frío que pela. ¿No han observado que mientras los ingenuos clientes acudimos con manga corta, los empleados de las tiendas van abrigados hasta el cuello? Por algo será.

Pues ya ven: en comercios, oficinas públicas, espectáculos,… de no ir bien cubiertos en verano los ciudadanos corremos el riesgo de enfermar y lo mismo nos sucede en invierno si nos tapamos como corresponde a la estación. Un sinsentido.

Y luego hablamos de recortes. Sólo con el ahorro de electricidad, por una parte, y de medicinas, por otra, habríamos solucionado inocuamente el problema.

Ir arriba