William Vansteenberghe, Experto en Inmigración. Aquarius, el frio cortante de las olas

Globalización de la tradición

Globalización de la tradición. Hace 100 años se comenzó a hablar de Internacionalización, palabra que se transformó en un Leitmotiv que demostró que las palabras van más lejos que los actos.

Tras la primera Guerra Mundial tanto se esperó de la Sociedad de las Naciones, futura Naciones Unidas, que la incapacidad de deshacerse de la tradición de invadir y masacrar se encargó de hundirla en el fango del olvido de la ineficacia.

La Segunda Guerra Mundial empezó de forma oficial para los EEUU, tras tanta renuencia a salir de su ecosistema privado, porqué la aristocracia militar japonesa, poseedora de la verdad tradicional, exclamó en las cercanías de Pearl Harbor, ¡Tora, Tora, Tora!, siguiendo el rancio código del Bushido o de como Japón aún vivía en el Medievo, a pesar de cabalgar los aviones más veloces y navegar los mares con los más modernos acorazados.

La tradición no se discute, se cumple o no se cumple, y se paga un atroz precio por no hacerlo en tiempos de confusión, donde esta reemplaza a las Leyes, las reglas pactadas o simplemente al buen juicio. El miedo, motor inevitable de la Tradición se nutre de la respuesta inmediata, de la sinrazón, en definitiva del pasado remoto e incomprobable.

Por tradición se apedrean a mujeres, se reconstruyen hímenes, se tortura animales, se cree en seres ectoplásmicos, se piensa que la mano izquierda es pecaminosa, que lo negro incluso en los seres vivos es señal de maldad, o en caso contrario el blanco cuando es minoría en el todo negro.

A los niños se les bautiza por si acaso, se ruega a Dios en caso de catástrofe personal o familiar, los confesionarios se vuelven a poner de moda, y las velas, misas o estrictos cumplimientos de rituales semi-recordados, y con todo ello, los que sí saben de dónde vienen las tradiciones, hacen su Agosto.

Pero en este caso, nos merendamos todos los días del año con los excesos de los ignorantes para no llamarlos idiotas o incluso criminales, seguidores de mil y una alucinación fruto de alguna tradición Mundial, ya que además de globalizar el uso del preservativo, la Economía Mundial y la idiotez del Pokemón, lo hemos hecho con las tradiciones.

A estas alturas, de hecho donde hemos tenido más éxito en la globalización, es en sufrir en otras partes del Mundo, la tradición de seres humanos que antes solo la practicaban en sus lugares de procedencia.

Parece que lo más fácil de expandir es la ignorancia y el miedo. Todos los refugiados son terroristas desde los últimos atentados en Alemania, y eso que el que perpetró el ametrallamiento más sonado, se ha inspirado en una nueva tradición europea, asesinar a la gente como si no existiera, como si estuviera en un Mundo virtual, en el cual millones de occidentales se pasan decenas de horas jugando. Todos los jugadores de video juegos son potenciales asesinos, si seguimos la tradición de generalizar, una de las peores de hecho por lo común que llega a ser. Ya tenemos a todos los refugiados terroristas y a todos los inocentes jugadores de video juegos bajo el estigma de la generalización.

Luego si nos podemos a rascar nos encontramos a toda una serie de gente que se dedica a practicar ritos ancestrales, cuando llegan a otros países, o atrevidos, como osan seguir creyendo en lo falso, cuando la sociedad de acogida, les abre las puertas, les permite igualarse sin problemas a cualquier ciudadanos de a pie, que jamás les juzgara por su aspecto, ni por su forma de hablar, ni por la de vestirse. Ya que tenemos la tradición de ser buenos, y solidarios. Por lo tanto ¿Por qué no abandonan sus tradiciones para aceptar las nuestras, que por cierto son igual de idiotas?

Tras estas frases de sarcasmos podemos llegar a otra conclusión: la tradición no estimula la bondad ni la solidaridad, no lo olvidemos nace en la raíz misma de la ignorancia y del miedo.

Todos los musulmanes practican la ablación de clítoris, llegó a afirmar alguna persona de bien, se le tuvo que aclarar que era propio de ciertos países que habían pertenecido al ámbito egipcio, y que era un ritual muy anterior a la llegada de los árabes. Lo que nos permite afirmar que las tradiciones se transmiten de cultura a cultura, en el nombre del Dios de turno.

La civilización trajo la desagradable necesidad de hacer preguntas ya que íbamos controlando cada vez más ámbitos diferentes y todos planteaban problemas de gran dificultad que se traducían en muerte y en miedo. Unos intentaron encontrar la explicación a todos los fenómenos a los que se veían confrontado, desde la razón, otros lo hicieron desde la superstición y la ritualización de una serie de gestos que por azar podían hacer pensar que tenían algún efecto sobre el Medio.

Desde estas primeras imágenes cercanas a las piedras y a los elementos naturales, se pasó a la humanización de las fuerzas ignotas, y desde ahí a la representación de un Dios que ordenaba este Mundo sin forma, sin explicación.

Todas las ramas de la humanidad han realizado el mismo camino evolutivo, lo que demuestra que ha sido sometida a las mismas presiones naturales y que en su imaginación ha confluido hacia las dos vías para explicarlo todo, la Razón y la Imaginación.

La Globalización ha multiplicado las conexiones entre los seres humanos y con ello ha conectado las distintas manifestaciones de la Razón, y de la Imaginación. Por desgracia la primera necesita de un camino arduo de demostración, la otra solo un buen orador, y alguno que escriba alguna cosa que parezca posible, una buena crisis sin explicación y ya tenemos una época de persecución de brujas servida.

Podemos concluir que la Globalización está haciendo estragos, sobre la capacidad de gobernar las redes informáticas, las redes humanas que se desplazan a gran escala, los problemas que ya interactúan a nivel Mundial, podemos observar que las guerras son eternas, y ya no se desarrollan en todo el Mundo, sino al revés, todo el Mundo interviene en ellas.

Sabemos manejar una cantidad de artilugios cada vez más complicados, nos conectamos cada vez más con gente ignota de la otra parte del Mundo que en la red sentimos como semi amigos, pero en nuestro día a día, votamos cada vez más, a gente que reduce, comprime, exprime la realidad a su mínima e indemostrable expresión, la reduce a la Tradición, es decir a lo que se ha hecho siempre pero no sabemos porque, y además lo que se ha hecho siempre es desconfiar, juzgar al extraño a la baja, denostar a las mujeres, abusar de los infantes, de los pobres y de los dejado de lado. Esto es nuestra tradición: construir sobre lo que nos diferencia y aleja, ESO es lo que hemos GLOBALIZADO, enriqueciéndola de nacionalismo regional, de intolerancia religiosa de toda índole, de populismo hueco, en definitiva de incapacidad de resolver el reto de convivir en paz en nuestro Mundo y por ello sin rubor nos volvemos hacía las MEIGAS.

Artículo de colaboración de William Vansteenberghe

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