Guerra entre PPs

Hoy es de esos días en los que uno no tiene muy claro si esperar un ratito más antes de escribir nada. Porque es que no ha habido día esta semana sin sobresalto político. A la espera del siguiente, me quedo hoy con algún rescoldo de la noche electoral en las huestes populares.

Huestes que estaban bien calientes con Rajoy, que ni siquiera el día de la plaza de toros mostró la más mínima sensibilidad con nada valenciano que no fuera Rita Barberá. Los populares de aquí no salían de su asombro cuando al discurso de Fabra citando la mala financiación autonómica Rajoy contestaba con el silencio. Ningún guiño a un electorado que necesitaba sentirse atendido por Madrid aunque fuera en diferido. Ese día el presidente del gobierno llegó, fue al mitin, y se volvió a Moncloa. Ni un paseo por la ciudad, nada, para desazón de sus conmilitones locales ayunos no sólo de financiación, también de cariño. Rajoy prefirió descansar.

A pesar de todo la noche electoral no empezó tan mal. Las encuestas a pie de urna encargadas por la Generalitat, las conocidas como “israelitas”, daban siempre 35­37 diputados, que con Ciutadans eran gobierno. Porque, además, el diezytantos por cien de NS/NC se pensaba que era sobre todo del PP. Pero las encuestas fallaron. Como dice un habitual del Palau, más que “israelitas” salieron “palestinas”.

Desde ese momento muchas miradas del PP valenciano se giraron hacia un único punto: Madrid.

Lo que vino después es suficientemente conocido: Fabra dimite, Madrid, contrariada, le obliga a posponerlo y contraataca a través ¡de una catalana, Alicia Sánchez Camacho!, que tilda la actitud de Fabra de “poco profesional”. ¿A diferencia de quién?

Hablando de profesionales: las otras víctimas, colaterales, de la derrota política del PP van a ser los actuales proveedores habituales de la administración. Un ejemplo de alguien que puede pasarlo mal a partir de ahora, según comentan fuentes jurídicas, es el del despacho de abogados de Broseta, con 40 empleados, pero un sólo cliente.

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