Hasta luego, Madame Carven

Hace unos días falleció la gran diseñadora de las mujeres de talla pequeña, Carmen de Tommaso, a los 105 años de edad. Conocida como Madame Carven, fue maestra en el arte de reflejar las influencias exóticas en sus impactantes y femeninas colecciones caracterizadas por vestidos de cintura de avispa, falda amplia y escote generoso que tanto entusiasmaban a las chicas jóvenes de la época.

Carven (la unión del comienzo de su nombre –CARmen- y el final del apellido Boyri-VEN, de su tía Josy, quien le mostró el fascinante mundo de la moda) se inició en esta industria porque no encontraba diseños para su estatura que estaba considerada por debajo de la media -155 cm- y, al igual que Gabrielle Chanel, fue una de las escasas diseñadoras afincadas en París en la mitad del siglo XX.

Durante su trayectoria profesional supo mantener coherencia entre sus propuestas y su propio estilo sobrio, práctico y joven, salpicado con una gran cantidad de prendas deportivas. Además, sus modelos dieron la vuelta al mundo: Brasil, Egipto, Australia… Importó ideas, telas y tejidos africanos y tahitianos que presentó en diversos países.

Toda una creadora de tendencias, al igual que la que está empezando a subir como la espuma estos días. Se trata, nada más y nada menos, de prendas que se atan al estilo corsé.

Blusas, vestidos, pantalones… nada se interpone a estas lazadas que aportan un toque folk a la par que atrevido y original a todo outfit. Y las firmas han apostado claramente a caballo ganador, desde Gucci hasta Suiteblanco.

La industria de la moda… qué sabia e impredecible. Crea necesidades cada mes, o incluso menos, que las más fashionistas adquieren casi de inmediato a su puesta en venta mientras los creativos preparan el siguiente ‘must’ .

Un no parar en la cadena de diseño-confección-producción en masa de cientos de prendas textiles que, desde hace un lustro, las influencers de las que hablábamos la semana pasada se encargan de lucir en sus cuadernos de bitácora online con el único objetivo de que se agoten en menos que canta un gallo. Y cierto es que, en algunas ocasiones, lo han conseguido.

No sé si es porque estoy iniciando el camino a la madurez o porque he crecido entre telas, patrones, agujas, hilos y máquinas de coser pero, desde hace un tiempo intento huir de lo popular para centrar mi atención en aquellos pequeños grandes diseñadores más o menos conocidos que crean piezas únicas, sencillas y originales que bien son una inversión a largo plazo.

«Nos reímos de la moda de ayer, pero nos emocionamos con la de antes de ayer, cuando está en vía de convertirse en la de mañana», Marlene Dietrich.

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