Jesús Montesinos

Helga Schmidt y els Bous al Carrer

Como quien dice hasta hace cuatro días los valencianos éramos felices con els bous al carrer y las actuaciones festivas del Bisbal de turno. Por supuesto que todo gratis, porque pagaba el ayuntamiento o algún patrocinador. Todo quedaba en casa, desde la actuación de Julio Iglesias en Ribarroja pagada por los empresarios del polígono del Oliveral hasta los Miuras o Vitorinos que corrían a cuenta de alguna azulejera rumbosa de Alcora. Eramos felices porque al final la fiesta era gratis, que es lo importante.

Incluso entraba dentro de la habitual que la comisiò del bou se corriera una buena juerga a cuenta cuando iba a buscar los toros o que los VIPs del lugar tomaran una copa gratis con Bisbal o Julio Iglesias después de la actuación. Son nuestras tradiciones y para conservarlas todo vale.

Algunos ocios quedaron fuera de lo popular, porque como mucho allá por el siglo XIX o principios del XX la llamada burguesía local se rascó los bolsillos y construyó teatros en Castellón, Valencia, Alicante, Nules, Burriana y otros lugares para disfrute suyo y de sus mujeres. Se veía opera, buena música y alguna obra de teatro pagada por el bolsillo de los ricos aficionados que conseguían apariencia y divertimento. Lo popular era cosa del dinero público y si querías postureo te lo pagabas tu del bolsillo.

Pero de repente esa burguesía valenciana tan rumbosa dijo que no ponía un duro más para que cualquiera entrara a ver a la Callas de turno. Y todo ese entramado pasó a ser municipal, de las diputaciones o de la Generalitat. Incluso hubo familias (Teatro Principal de Castellón) que hicieron un buen negocio vendiendo el teatro ruinoso a la Diputación bajo la amenaza de que un activo cultural de este tipo no podía dejarse caer. Els bous al carrer, Bisbal y la temporada de ópera pasaron a estar bajo el mismo paraguas: todo pagado por dinero público y administrado por políticos.

El pan y circo se convirtió en oscuro objeto del deseo electoral. ¿Qué alguien diga en qué pueblo gobernado por quién sea no ha pagado el ayuntamiento (o empresas vía trato urbanístico) unos toros, una fiesta fin de año o un recital de bandas? ¿Qué ayuntamiento no ha construido una piscina climatizada para sus mil habitantes? ¿O un super frontón? ¿O una escuela de dolçaina? La gente encantada con esa piscina, con quince días de toros por fiesta y con ver a su niño desfilando con un instrumento tan nuestro. ¿Alguien ha preguntado alguna vez los gastos excesivos en cada una de estas acciones para merecido ocio de nuestro pueblo?.

Pero claro. El cap i casal (también habría que revisar los extraños gastos y comisiones diversas en otras ciudades) no va a montar unos toros por la calle de la Paz. Y esa burguesía (ahora muy progre) más o menos enterada quedó entusiasmada cuando le hablaron de un super espacio para la ópera. Como Nueva York, como Viena, como Sidney. Nadie protestaba cuando nombraban a Z. Metha director de la Orquesta. Nadie preguntaba cuánto. (¿Alguien preguntaba cuánto costaba traer a Joan Manuel Serrat a Onda gratis total?) (¿O los Vitorinos?).

Estábamos ufanos por ver El Anillo de los Nibelungos en pantallas gigantes en la plaza de la Virgen. ¿Cuánto? ¡Calla hombre! ¡Que esto es de grandes capitales! Así como a alguien no se le ocurrió montar un Concierto de Fin de de Año como en Viena. Los valencianos hubiéramos estado encantados. ¿Quién paga? ¡La Generalitat! ¡Ah! Bueno. Placido Domingo se paseaba por Valencia como por su casa.

Y claro para todo eso hubo que contratar una conseguidora, como en els bous al carrer hay que tener una comisión que se vaya a las dehesas a traer los buenos toros. Y buen un aficionado de Castellón propuso a Helga Schmitd. Y durante años a todos nos encantó la programación y quedaba asumido que para contratar a Lorin Maazel o Claudio Abbado había que ir a hoteles de cinco estrellas y restaurantes de quince tenedores. Helga Schmidt era imprescindible para tanto postureo social y musical.

El siguiente paso ya era inevitable. La todopoderosa se montó Madeliffe, aparecieron las comisiones y el aroma a corruptelas se extendió también a los escenarios. Y con dinero escaso para grandes eventos empezaron a mirarse los céntimos y aparecieron los desmanes. ¿Son necesarios hoteles de 450 € dia para saber de música? Bueno, si se admite que hace falta un AVE Castellón/Alicante en lugar de mejorar las cercanías tienes que asumir el hotel de cinco estrellas para Placido Domingo. Pero resulta que el espejo se ha roto. Cuando le preguntas si hay una Comunidad más bonita que tu, una ópera tan espectacular o unas fiestas tan rumbosa te contesta: ¡Els bous al carrer!! Y Helga a la cárcel.

Jesús Montesinos

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