Hemos creado un monstruo llamado UE-28

Llegan estos días y me pregunto dónde está la conciliación. Doce días festivos para la muchachada y dos fines de semana largos para los paganos. Sin entrar a comparar la inactividad de sus señorías en materia plenaria y de comisiones. Eso sí, la TV pública/estatal se rige por el calendario mesetario, mientras medio estado autonómico sigue bregando, otro despropósito. No lo del calendario, sino lo de que la fiesta vaya por barrios y no me tachen por ello de chauvi-centralista.

¿Y lo de Europa? Ese gran aparato informe que hemos creado, que surgiría en buena lid pero que se está convirtiendo en un monstruo de 28 cabezas/países que estrangula economías débiles y no rige como debiera, que está alejado de cualquier realidad y que derrochó a mansalva años atrás, eso si, con la connivencia de todos y como si no hubiera un mañana.

El problema de todo ello es que perdemos la percepción de lo que está bien o está mal. Un solo ejemplo: la Educación. ¿Qué es mejor lo que dicta Bolonia o los programas universitarios que teníamos? Para mí no hay color, me quedo con lo que había. Y con este cambio que se impone perdemos todos, nos igualamos, pero a la baja. Y esto es lo que viene de Europa. Y cuantos más cambios veo en el plano docente, más se aleja la tan aclamada ‘conciliación’. Y hoy, ustedes me perdonarán, pero concilian las clases menos pudientes, con una particularidad, las que cuentan con el apoyo de una estructura familiar. Porque concilian los que no tienen trabajo, los que se lo buscan, los que van en plan free, los que dependen de sí mismos y a final de mes pagan una abusiva cuota. Y concilian porque por obligación pueden y porque han tenido la suerte de recibir una educación que trasladan a sus hijos.

Y me preguntarán ¿y los demás no concilian? Y rotundamente les diré: NO. Los demás subcontratan la conciliación: con extraescolares, con clases de refuerzo, con campamentos, con nurses… con lo que se les ocurra. Es decir, la alquilan, la compran, llámenlo como quieran, pero el mercado, la administración y las empresas (salvo honrosas excepciones) cada vez comulgan menos con la familia y para ello sí que habría que exigirle a los que he citado en medio de mercado y empresas, es decir a la administración, para que creen canales que faciliten esa tarea y no para que la consejera de turno se auto apruebe ‘cheques guardería’. Para que habiliten fórmulas y no para que planteen que el curso escolar acabe 20 días antes para equipararnos al calendario europeo. Así lo único que percibimos es que la tan ensalzada Europa se acabe pareciendo cada vez más a aquella vilipendiada Almansa, cuya loa ya auguraba aquello de ‘Quan el mal vé d’Almansa, a tots alcança’.

Si hasta el otro día escuché a un sabio Jeremy Irons que apelaba por la salvaguarda de la siesta como el mejor regalo para la salud de las personas y que no hiciéramos caso de los tecnócratas europeos que la denostaban. Pues eso, que Europa ya no me convence mucho y si está tiesa de pasta (para nosotros) menos. Y para colmo, tenemos elecciones.

Pere Ferrer

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