Inasequible a la corrupción

Era la nueva cara del PSOE, o al menos eso nos creímos al oír las primeras declaraciones públicas de la nueva Presidenta de la Junta de Andalucía, doña Susana Díaz. Pero, en tan corto espacio de tiempo, nos ha llevado a comprobar que es la cara de siempre; una cara de promesas que no piensa cumplir, de demagogia que sólo puede alimentar a los ignorantes vocacionales, y de corrupción generalizada, que sólo cesa cuando no existe oportunidad para ella.

¡Qué gran sentencia popular, aquella pronunciada en el momento de los cien años de partido, como apostilla a su eslogan! La publicidad del acontecimiento se centraba en los “cien años de honradez”, cuando el pueblo, sabio y sagaz como siempre, apostilló: “pero ni un día más”. Tampoco la honradez había sido la nota dominante en los cien años anteriores, pero no perdieron la ocasión, cuando les fue posible, de volver a las andadas.

Doña Susana llegó al poder hace tan solo unos meses, y ya ha olvidado aquello de que, a partir de ahora las cosas iban a cambiar de forma drástica. Se iba a garantizar la máxima pulcritud en los comportamientos humanos y políticos, la transparencia en su gobierno iba a ser el reflejo de ese cambio que preconizaba, por lo que era el momento de una nueva era en la forma de hacer política; una política impregnada de ética, anuncio del buen hacer de quienes militan en su partido, el PSOE.

A todas luces resulta evidente que el lenguaje de doña Susana no es el que hablan todos los españoles. Seguramente ella no quiso decir eso, o quizá quiso simplemente asegurar que cuidaría con el máximo sigilo que las subvenciones públicas de la Junta irían a quienes tuvieran experiencia en aplicación de parámetros corruptos. Personas e instituciones que tuvieran un largo historial en el desvío de fondos públicos, en la falsificación de facturas, para allegar recursos sin justificación real, en ordenar cargos a cuentas públicas de gastos realizados en provecho privado, etc.

Si esto es lo que quería decir la señora Presidenta de la Junta, reconocemos que lo ha cumplido de forma eficaz. Inicialmente vistió el ropaje de honestidad reclamando a UGT 1,8 millones de euros, por irregularidades en el Plan Orienta, es decir por fraude. Sin devolver aquella suma, ahora vuelve la Junta a conceder a dicha central sindical, 3,8 millones (el doble de lo que tenía que haber devuelto), y también para el Plan Orienta que es en lo que el sindicato tiene larga experiencia fraudulenta.

Destruyen a un Presidente autonómico por la historia no probada de unos trajes y, con la mayor desfachatez, se entregan sumas equivalentes a varios miles de trajes, sin que nadie mueva un dedo para la afrenta pública y para la dimisión, mejor procesamiento, de sus responsables. Así son las cosas en nuestra tierra.

José T. Raga

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