La Alianza de Civilizaciones ¿visión política o plagio?

Por Diego García Castaño. La Ruta de la Seda, con más de mil años de antigüedad y siete mil kilómetros de recorrido iba, aunque se desparramara por sus extremos y tuviera múltiples ramificaciones intermedias, desde las costas de Siria hasta China. Esta ruta, además de ser vía de paso de mercancías, era vínculo de unión, de intercambios culturales, artísticos, científicos, tecnológicos y de difusión de ideas y religiones entre dos mundos que se necesitaban.

Mientras los mercaderes chinos mostraron a los occidentales la pólvora, el proceso de la fabricación del papel y el arte de imprimir, ellos aprendieron algunas prácticas médicas que desconocían.

La Ruta de la Seda comenzó su andadura en el siglo I a. C. y, aunque la mayor afluencia de mercaderes por esta ruta fuera durante los tres últimos siglos del primer milenio de la Era Cristiana coincidiendo precisamente con el mayor auge comercial de los dos mercados de la seda de Xi’an en China, sin embargo, su declive se precipitó a tumba abierta por las muchas ventajas que empezó a mostrar el transporte marítimo.

No obstante como:

1.- En la última década del siglo XX, la UNESCO, creó becas para investigar sobre la Ruta de la Seda, expandiendo el efecto llamada a la colaboración entre estudiosos y países implicados con tal de sacar, de esa praxis comunicativa y comercial, cultural por antonomasia, de la que siempre hizo gala este canal informativo, consecuencias prácticas que ayudasen a resolver problemas de acuciante actualidad como puede ser el de la escasa identificación mental, el de la poca empatía, existente entre civilizaciones.

2.- En 1995, Mohamed Jatamí, ex presidente de la República Islámica de Irán, promovió su “Diálogo entre Civilizaciones” que en el 2001 fue “glorificado”, con el “Año de las Naciones Unidas para el Diálogo entre Civilizaciones”.

3.- Y en el 2002, la Declaración de Xi’an, concluyó que “Para poder utilizar la Ruta de la Seda, puente de unión de las civilizaciones oriental y occidental, como impulsora de un nuevo intercambio y comprensión entre civilizaciones y poder materializar una paz mundial estable, debía legarse a la posterioridad este patrimonio cultural extraordinario como riqueza de la humanidad”.

No es nada extraño pues, que en el 2004 José Luis Rodriguez Zapatero, como Presidente del Gobierno de España, presentara, en la ONU, su Alianza de Civilizaciones con pretensiones análogas a las de Jatamí, que por un lado Miguel Ángel Moratinos del PSOE, ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, las calificara, con orgullo patrio y arrimando el ascua a su sardina, diciendo que “España, que tuvo la visión de proponer esta iniciativa, no puede abandonar una vía que impulsa acciones para eliminar o, al menos, prevenir las tendencias irracionales del fanatismo y el odio”, mientras Rafael Bardají del PP, director de Política Exterior de la FAES de modo análogo pero en sentido contrario afirmara, “que no suele decirse, pero la propuesta de ZP es un puro plagio de la que lanzó Jatami”.

Ese es el eterno dilema político, en nuestro caso, con la Alianza de Civilizaciones Zapatero ¿tuvo la visión de proponer esta “iniciativa” o fue simplemente un plagio?.

Nosotros, dejando de lado fantasmas utópicos acabaremos preguntándonos ¿porqué, en lugar de cambiar de tercio con lo de la Alianza de Civilizaciones Zapatero, no apoyó, al Diálogo de Civilizaciones de Mohamed Jatamí, que estaba “creciendo y triunfando” desde hacía nueve años? ¿es que tantas ventajas tenía llamarle Alianza, cuando en los libros de Historia casi siempre que se hicieron alianzas, fueron para unir fuerzas y guerrear contra los enemigos comunes, máxime cuando, el Diálogo, como reza en el Diccionario de la Real Academia Española, es una “discusión” o trato en busca de avenencia?.

Diego García Castaño

Catedrático de Matemáticas

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