¿Urnas o playa?

La buena fe de algunos

El señor Cotino vuelve a estar de actualidad. De triste actualidad, aunque no nos debería sorprender, ya que hace muchos años que no hay noticias que no sean lamentables y vergonzosas alrededor de este personaje público.

Le piden 11 años de cárcel por su “bondadosa” intervención en la organización de la visita del Papa. Una visita que se financió con la venta de mochilas blancas y amarillas de los peregrinos que visitaron Valencia, según el propio Cotino le hizo saber a una de las víctimas del accidente de metro, que tuvo lugar apenas unos días antes… Hagan cuentas ustedes de la cantidad de mochilas que debieron venderse para poder sufragar todo ese evento.

La misma buena fe que también dijo el señor Cotino que repartía por las casas de las familias de los fallecidos en el accidente de la línea 1 de Metrovalencia. Buena fe convertida en puestos de trabajo, becas y otros presentes, como si fuera un rey mago -quizá más, Papá Noel-, que ofrecía con «su mejor voluntad», en sus propias palabras, a cambio del silencio y de renunciar a más acciones legales, según explican las familias de las víctimas del accidente.

No es un buen ejemplo el señor Cotino de esa fe cristiana que dice profesar. Es más, yo diría que no es un buen ejemplo de nada. Si en algo tiene fe, es en sí mismo y en cómo llenar sus bolsillos y cuidar de sus negocios. A esa fe yo la llamo desfachatez o inmoralidad.

Si alguna semejanza o afinidad hay entre este tipo de actitudes y la religión católica, está en los tiempos aquellos de la Inquisición, en que los libros de historia describen a los poderosos miembros de la Iglesia como seres alejados de cualquier atisbo de buena intención, sembrando de inmoralidad y degeneración en aquella sociedad.

Esa es la buena fe de algunos.

Artículo de colaboración de Toni Subiela

Ir arriba