La cabeza muy alta

La península de Florida, descubierta por los españoles, era una zona pantanosa donde moraban todo tipo de saurios. La palabra “Alligator” es una deformación lingüística de “lagarto”. Fueron las tribus indias las que transformaron la fonética.

Cuando se confeccionaban lo que hoy conocemos como presupuestos generales del estado, en el siglo XVII, había una partida destinada a combatir los ataques de los citados saurios a los habitantes de esa parte del virreinato de Nuevo Méjico. Año tras año se consignaban en los presupuestos la correspondiente partida de “lucha contra los reptiles”. Cuando al ilustre cordobés Don Antonio Cánovas del Castillo, le propusieron destinar determinados fondos para doblegar a algunos escritores o periodistas, contestaba: “Sácalos del fondo de los reptiles”. La Florida ya no era española pero se seguía consignando dicha partida presupuestaria.

El pasado sábado, en un acto de campaña, la quinta maravilla del Credo socialista andaluz, Susana Díaz, afirmaba: “Mi padre era un obrero, y cuando le dije que me metía en política me dijo: ¡Niña, que yo soy muy honrado y siempre he llevado la cabeza muy alta!, a ver qué va a pasar”. A continuación y jadeando a los asistentes, Díaz afirmaba: “Eso, la cabeza muy alta, yo soy hija de obrero, como vosotros, obreros, y llevamos la cabeza muy alta porque somos socialistas y los socialistas llevamos la cabeza muy alta”.

Esta secta de corruptos que albergan, cual placenta protectora, las siglas del Partidos Socialista Obrero Español de Andalucía, me genera repulsión, pero si el continente me genera dicho sentimiento, el contenido; en este caso éste personaje histriónico, me genera un desprecio absoluto.

El “fondo de reptiles” de la Junta de Andalucía, se aproxima a cantidades que escapan de cualquier cálculo normal. La juez Mercedes Alaya, ejemplo de coraje enfrentándose contra Goliat, ha establecido la cifra cercana a 800.000 M de euros. Para darnos una idea de la magnitud, significaría colocar en fila a todos los habitantes de la ciudad de Valencia y entregar a cada uno un sobre con un millón de euros.

Pero vayamos al grano: La Junta de Andalucía, presidida por Manuel Chaves, adjudicó ayudas a la empresa MATSA, cuya consejera delegada era Paula Chaves, hija de Manolón, 10 M de euros en ayudas. “Yo me entero por la prensa”, afirmó don Manuel. Al mismo tiempo, el otro hijo, Iván Chaves, fue receptor de ayudas millonarias de la Junta de Andalucía y don Manolón afirmó lo mismo, “me he enterado por la prensa” (El confidencial.com 22/2/2015, Chaves, el último superviviente del clan de la toritlla).

Pero la historia de las corruptelas de la Junta no acaba ahí. Gaspar Zarrías, antiguo consejero de Presidencia, José Antonio Griñán, jefe de Susana Díaz y sucesor de don Manolón Chaves como presidente de la Junta, , Manolón Chaves y demás familia, que ya sabemos que familia que trinca unida, permanece unida, están llamados por la justicia a declarar. Y Si Zarrías, que era el Cossgouvre Mitterandiano de Chaves, fue su consejero de presidencia, ¿no se enteraría la consejera de presidencia e igualdad, de Griñán, la Excelentísima Señora doña Susana Díaz Pacheco que sustituyó a Zarrías en la consejería de presidencia cuando Griñán sustituyó a Chaves?.

Asimismo, Doña Susana, que quedaría perfecta en culebrón venezolano o argentino, pero que nunca llegaría a ser pintada por Delacroix con un pecho al aire y enarbolando la bandera tricolor, fue concejal del ayuntamiento que presidió don Alfredo Sánchez Mostesirín, imputado por sus negocios con el tranvía sevillano; parece que a todos los tontos les da por lo mismo, poner un tranvía en el salón de su casa; y era compañera de fatigas de aquel honorable director general de carreteras del gobierno andaluz, con Chaves de presidente, que trincaron en la A-92 con una maleta y 22 M de pesetas dentro.

Podemos hablar de tantas cosas que necesitaríamos ocho ediciones de VLCNews, pero no es cuestión de aburrir al personal. La Junta de Andalucía esta corrompida hasta el tuétano con ayudas, subvenciones, ERE’S y demás familia. Cuando trabajaba como consultor de medioambiente, estuve unas semanas en la provincia de Huelva visitando las minas. Paré a las siete y media de la mañana en el bar del pueblo a desayunar. Estaba lleno. Un camión pasó por delante llevando en la parte trasera a una serie de personas. “Mira, nosotros aquí tomando carajillos y en el camión los extranjeros que vienen de Marruecos y Argelia que van a recoger la fresa, ¡Viva Griñán y Chaves!”. Nadie me lo ha contado, lo he vivido yo.

El fondo de reptiles andaluz hubiera sido suficiente no sólo para acabar con los saurios de La Florida sino de todo el Nilo.

Todo comenzó cuando el alcalde de una pequeña localidad andaluza firmaba las peonadas a los amiguetes. Quince peonadas daban derecho a seis meses de paro y cotización. El beneficiario, su cuñada, su mujer, los zagales y demás familia, votaban en bloque al partido socialista. Como dijo Luís García Berlanga: “Americanos, os recibimos con alegría, Olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía. Americanos, vienen a España gordos y sanos, olé mi madre, olé mi suegra, olé mi tía” y yo añado “ Y olé Susana, olé Susana, Susana Díaz”.

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