Mare Nostrum, Un mundo difuso para una agricultura en riesgo

La canícula estival y la temperatura política

En pleno verano, la llegada de las temidas “olas de calor” es uno de esos momentos que muchos anhelan, al estar disfrutando de sus merecidas vacaciones en refrescantes destinos y otros detestan por tener que compaginar calor y trabajo, una combinación que en estas fechas no parece ser muy aconsejable. Pero es la canícula, que llega a su cita puntual y acompañada también de otros fenómenos que elevan la temperatura de otro ambiente, el político, como hace 2369 años con el nacimiento en Pella, capital de los macedonios, de uno de los conquistadores más importantes de la Historia. Discípulo de Aristóteles, Alejandro Magno revolucionó la Antigüedad elevando la temperatura geopolítica con sus conquistas, propiciando un extraordinario intercambio cultural que supuso la helenización de los pueblos orientales.

En el país de las Estelas de Heracles hemos asistido también a diversos fenómenos de actualidad que han elevado la temperatura política de nuestro ajetreado suelo patrio. Las elecciones del PSOE nos han dejado un nuevo líder que no ha tardado nada en escenificar el “peaje” de su elección con una calculada puesta en escena de su llegada a Ferraz junto a la líder del PSA. El ya denominado “Susanato andaluz” se ha impuesto a las Taifas históricas de unos barones socialistas que buscan una realineamiento en el nuevo Apparátchik, cuya temperatura sube por momentos con ejemplos tan clarividentes de coherencia política como la decisión de romper el pacto de los socialistas europeos en la elección de Juncker. O la esperada imposición de aplazar las primarias para después de las municipales, siguiendo el dictado de la verdadera lideresa del PSOE. Una de cal y otra de arena.

Y aquí, donde la canícula luce en todo su esplendor en esta tierra mecida por el Mare Nostrum, la federación valenciana del PSOE saca pecho al obtener unos resultados de participación 11 puntos por encima de la media nacional y con una ajustada victoria de Pedro Sánchez, que es vista como un bálsamo en estos momentos de dificultad por un Puig cuestionado en su liderazgo y sumido en un pancatalanismo rancio que ya ha sido superado a su izquierda. El camaleón del maestrazgo pone en valor el peso de su nueva alianza con Susana Díaz, demostrando una vez más el mimetismo de su capacidad política.

El resto de formaciones por la izquierda del espectro ideológico siguen sumidos en su propia canícula. Obstinados en judicializar la vida política de esta tierra y rendir pleitesía y vasallaje a los vecinos del norte, a los que tienen que rendir culto para facilitar el flujo de subvenciones con que el nacionalismo catalán les ha premiado durante años y poder así establecer una segura cabeza de puente del secesionismo en la tierra del Mio Cid.

Y en la frontera ideológica, el Partido Popular sigue batalla a batalla librando su particular guerra contra la desafección ciudadana, todavía cautiva del efecto persuasivo de la maquinaria propagandística de una izquierda inmisericorde. Tras conseguir colocar en la “agenda” el paquete de medidas por la regeneración para su debate y reflexión, enrocarse con la sociedad civil en su justa reivindicación ante el gobierno central de la histórica discriminación a la que estamos sometidos, en todos los aspectos, y poner en valor la extraordinaria transformación de este territorio durante estos años, las fuerzas populares recobran nuevos bríos bajo la Thatcheriana dirección de una Isabel Bonig con un mensaje potente, claro, directo y verosímil. La nueva Coordinadora General está consiguiendo un empoderamiento crucial con las bases gracias a su rotundidad argumental en unos momentos decisivos para afrontar con garantías un escenario electoral determinante para los ciudadanos que vivimos en esta tierra. El establecimiento de una marcada estrategia de aproximación con las bases del partido, la Revolución desde abajo, el escuchar la opinión de los Alcaldes, la verdadera fuerza de choque de los populares en palabras de Alfonso Rus, el cambio radical de registro en las relaciones y la comunicación ad intra y ad extra, deben ir marcando una hoja de ruta establecida por el President Fabra para que el enorme potencial electoral de los populares pueda recomponerse superando un escenario plagado de dificultades, muchas de ellas generadas por errores en la gestión de gobierno, pero que no pueden soslayar el extraordinario cambio que hemos experimentado durante estos años.

Isabel Bonig tiene un reto apasionante. Debe oxigenar una formación vapuleada por las circunstancias. Acosada por la Izquierda y ninguneada desde la Meseta, su mensaje debe entrar como un soplo de aire fresco para superar la canícula interna con rigor y responsabilidad. Es la hora de la Política y en ella Isabel Bonig se mueve con la soltura de su admirada Margaret Thatcher: «Amo los argumentos, amo el debate y no espero que quien se siente frente a mí esté de acuerdo conmigo«. Buena canícula.

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