La censura, un expresidente y la zona azul

Las bicicletas son para el verano y eso ha debido pensar el alcalde de un pueblito típicamente vacacional, de esos de interior, con su montaña, su plaza, su piscina municipal y su río. El susodicho, al que no tengo el gusto de conocer, ha encontrado la manera genial e irrepetible de solucionar los, por otro lado gravísimos, problemas económicos del municipio en cuestión: ha subido el precio de la piscina y ha puesto zona azul por todo el pueblo. Sí señor, a grandes males grandes remedios. «Di que sí José Vicente, que mentes como la tuya no hay, si es que ya lo decía yo, un genio!» 

Hace ya mucho tiempo que nadie da duros a cuatro pesetas, pero la historia de los cargos es otro cantar. Andamos revueltos en libertades, en dimes y diretes palaciegos, en «pardieces y vivedioses» que terminan por concluir en la más absoluta nada. Fíjense que acosar, encimar, insultar, humillar y vilipendiar a una persona es algo reprobable, feo, fuera de lugar y, por supuesto delictivo, salvo que el sujeto pasivo sea un político. Miren ustedes, a los políticos se les puede escupir, insultar, acosar, empujar o cualquier barrabasada que se nos ocurra «porque se lo merecen». 

Decir que la prensa debe estar sometida a censura está bien e incluso es ejemplo de progresía, que un presentador de televisión defienda a capa y espada a un político y se encare con quien lo critique es ejemplo de independencia y el fulano que directamente se inventaba los ingresos de su empresa era, hasta hace 48 horas, el empresario modelo.

Miren a su alrededor. Sí, hágalo. Ahora, gírese, mire a un lado y a otro. Es muy probable que haya visto a un iluminado, a una mente preclara del tipo «esto lo arreglo yo» o «te ponemos al día en dos tardes». Los reconocerá por sus hechos, generalmente por lo diferentes que serán de su predicamento. Si no ha visto a ninguno de estos es porque ahora mismo la mayoría de ellos están de vacaciones, pero aún así no descarte encontrarse con uno a lo largo del día.

Les voy a decir una cosa, al ritmo que vamos terminaremos encontrándonos con que la familia de un expresidente autonómico ingresa más de tres millones de euros en un banco de Andorra y nos harán ver que, siendo como fue en Navidad, se trataba de las estrenas.

La cosa está regular tirando a mal y las alternativas son complejas pero tranquilo que con cierta dosis de nocturnidad, algo de alevosía y un bote de pintura blanca para quitar las rayas azules que nos molesten, arreglamos lo de aparcar en el pueblo. Lo de España es más complicado, pero tampoco se sofoque demasiado, no olvide que la tierra no pertenece a nadie salvo al viento. Cuanto lujo p’a diario!

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