La culpa es mía

La culpa de que el Valencia no ganara la Europa League este año la tengo yo. Es así, verán. Estaba yo cómodamente tirada en mi sofá viendo el partido de semifinales en Mestalla. Reconozco que siempre fui pesimista con aquello de la ‘reamuntada’, pero allí estaba yo por si acaso. Mi escepticismo inicial fue pasando a euforia según transcurría el partido. Tanto que en el minuto 90, cogí el ordenador para calcular los kilómetros que separan Roma de Turín e ir a la Final. El partido no había terminado aún, como saben. Mi marido, como buen italiano, supersticioso a más no poder, me miró con furia. “Eso no se hace”, me dijo. “Espera”. Pero ya era tarde. Mbia nos había jodido a todos.

Tuvo razón el italiano. Y para acabar de rematar la faena me pronosticó la victoria del Sevilla en la Final: “El Benfica está maldito”. ¡Acabáramos!

El Benfica ganó dos Copas de Europa en el arranque de los sesenta siendo entrenado por el húngaro Béla Guttmann. Pero fue despedido al pedir un aumento de sueldo. El día de su marcha, lanzó una maldición: “En cien años desde hoy, el Benfica sin mí NO ganara una copa europea”. Lleva ya 52 años sin ganarla.

A mí no me da fastidio que haya ganado el Sevilla. A mí lo que me jode es que haya ganado Unai. Nunca me gustó. Ni como entrenador ni como persona. Mientras estuve siguiendo al Valencia como periodista para Canal 9, coincidí con él muchas veces. Y muchas veces me produjo vergüenza ajena. Esas ruedas de prensa sin sentido, esos aspavientos en los partidos, ese no saber estar.

Pero lo que más me dolió fue verle hacer el ridículo al celebrar el gol de Mbia. Allí, en el santuario de Mestalla, donde años atrás recibió la insignia de oro y brillantes del Valencia y dónde prometió llevar siempre al club en su corazón. Pues allí mismo demostró su cinismo celebrando aquel maldito gol hasta la extenuación, faltándole el respeto a miles de sus antiguos parroquianos.

Como diría mi buen amigo Manolo Montalt, cuando un tonto coge una linde, se acaba la linde pero el tonto sigue. Y así, nuestro Unai siguió demostrando su necedad la pasada semana al cargar contra el Valencia, alabando su labor en el banquillo de Mestalla y menospreciando la de los últimos dos años.

La clase es algo que no se puede explicar. No se encuentra en el dinero que se tenga, en la ropa que se lleve, no es una cuestión de moda. No se aprende. No se compra. La clase se tiene o no se tiene. Y Unai Emery no la tiene. Y no la tendrá jamás, por muchas finales que gane.

Los comentarios están cerrados.

Ir arriba