La desaparición del intermediario (3)

El verano pasado disfruté de un mes de intercambio con una familia de Londres. Ellos se quedaron en mi casa de Castellón y yo me fui a su adosado. Me quedé sorprendido por dos cosas en la vida doméstica londinense. Una. La basura la recogían una vez a la semana. En España si no pasa el camión todos los días ponemos a parir al ayuntamiento sin valorar los costes que ello supone, que ni sabemos ni nos interesa. ¿Para qué quiere el político de turno ponerse a defender la recogida semanal, abriendo al ciudadano todos los expedientes de residuos?

Y dos. En el barrio iban a hacer un jardín. El concejal se había reunido varias veces con los vecinos para que propusieran ideas, diseños, plantas, etc., Habían abierto una web para recoger ideas y el jardín iba cogiendo forma según las aportaciones de los vecinos. Eso es impensable en España. Pero no solo porque el concejal toma su decisión sobre el jardín atendiendo a su criterio, al de los técnicos y algún interés creado. Sino porque los vecinos pasan del tema. ¿Falta de costumbre? Posible.

Eso se produce porque nos encanta la denostada figura del intermediario. En este caso el concejal que nos va a hacer el jardín. Y en su caso de un político, sindicalista o institución el periodista o el medio de comunicación de toda la vida. Como los medios de comunicación están determinados en el mismo ángulo de oscuridad que el sistema político, el intermediario mediático hace de todo menos fomentar la transparencia, la participación o la colaboración. Disfruta de la oportunidad que genera la filtración, que le permite su parcela de poder y no va a perderla por aquella de la sensibilidad democrática. Si a ese afán conservador le suma el efecto devastador de la tecnología sobre las herramientas mediáticas tradicionales, queda claro el poco tiempo que le queda al intermediario. Aunque unos y otros se resisten a perder parcelas de poder, lo que siempre está en el fondo de toda la negación del Open Government.

No habrá más camino, por el cambio de paradigma que supone internet para mercados, economía, ciudadanos, gobiernos, políticos, curas, etc….. Y así lo reconoce Cesar Calderón en sus propuesta de 10 tesis sobre el Open Government, según detalla en su blog:

No es nuevo para los lectores de esta bitácora que una y otra vez vuelva a traerles reflexiones que tienen su origen en el Cluetrain Manifesto, un texto fundamental para entender el cambio de paradigma que supone internet para los mercados y la economía, pero que también son perfectamente aplicables a otros ámbitos de nuestra vida.

Tomando como base las 96 tesis del Cluetrain Manifesto, aquí tienen 10 tesis adaptadas y enfocadas hacia la idea del Open Government:

• 1.- La acción de gobierno es una conversación entre gobernantes y ciudadanos.
• 2.- Desde hace más de un siglo, los gobiernos se han acostumbrado a comunicarse a través de los medios de masas, generando un modelo de comunicación vertical, jerarquizado y unidireccional y controlado.
• 3.- Los medios de masas, como todos los intermediarios sociales están en crisis, han perdido credibilidad y alcance. Comienzan a perder su utilidad para los gobiernos como vehículos de información.
• 4.- Los gobiernos deben comenzar a conversar directamente con los ciudadanos a través de herramientas de la red social, habilitando espacio para que ese diálogo fluya o participando en esas conversaciones allá donde se encuentren los ciudadanos.
• 5.- En este nuevo paradigma, el control no es relevante. La transparencia, colaboración y participación, si.
• 6.- Los gobiernos tienen razón al tener miedo a este nuevo espacio, los que no sean capaces de adaptarse tendrán problemas.
• 7.- El gobierno se constituye en plataforma tecnológica que aporta servicios abiertos a ciudadanos, empresas y sociedad civil.
• 8.- Toda la información generada por los gobiernos es pública, y debe ser devuelta a los ciudadanos en formatos abiertos y en condiciones de ser reutilizada.
• 9.- El derecho de ciudadanía se constituye en su propio ejercicio, de forma dinámica y creciente.
• 10.- Los ciudadanos tenemos poder real y lo sabemos. Estamos despertándo y conectándonos.

A estos 10 puntos añadiría:

A) La agenda de los gobiernos ya no depende de ellos.

B) Los Gobiernos tienen miedo a perder el control que les facilitan los intermediarios.

C) Los gobiernos optarán por el OpenGovernment y el Open Data en un intento de controlar la información del ciudadano.

D) La exigencia de una democracia eficiente va a imponerse en la sociedad, aun a costa de superar valores, procedimientos, procesos, herramientas, administraciones y hasta hábitos eternos. Esto solo puede funcionar si la política pasa a estar al servicio de los ciudadanos y se convierte en un instrumento eficiente.

POR EL OPEN GOVERNMENT A LA DEMOCRACIA EFICIENTE

Si al desinterés ciudadano sumamos la ambición política por controlar el poder, aunque ahora sea imposible ese control, nos encontramos con la imposibilidad de conseguir una democracia eficiente. Todos los problemas actuales de deuda, funcionamiento institucional, et.c, etc, se resumen en uno: la incapacidad de conseguir una democracia eficiente.

Simplemente significa gestionar los problemas reales de los ciudadanos, tener claros los objetivos que afectan a cada nivel del gobierno, saber lo que cuestan y quién los paga y en función de todo esto hacer la política necesaria para hacerlo con eficiencia.

El sociólogo José Vicente Cortes dice que para conseguir esa eficiencia se exigen dos requisitos:

1.- Un alto concepto ético de la administración y del gobierno, que están para servir al ciudadano y no a los administradores. Gestión ética.

2.- Un gestión política eficaz y transparente.

Obviamente para esto hacen falta una Hoja de ruta, una cuenta de resultados sostenible y equipos excelentes. Unos instrumentos ahora impensables tal como funciona la administración y las instituciones españolas, desde los gobiernos o ayuntamientos hasta la gestión de cualquier empresa pública. Una administración donde prima la confianza en sus cargos por encima de su eficacia.

Por lo tanto para conseguir esos objetivos hay que empezar a reformas la administración y las normativas mucho más allá de los tópicos al uso. Un gran cambio que apenas apunta y que no es motivo de esta ponencia, pero que parte de una idea fuerte: para conseguir una democracia eficiente hace falta que sea transparente y construida con la participación y colaboración de los ciudadanos.

Jesús Montesinos
www.jmontesinos.es

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