La enfermedad de la sanación

‘La enfermedad de la sanación’, por Fina Godoy, periodista

Hace tiempo que los dioses han muerto en nuestra tierra, o por lo menos han muerto en nuestras sociedades post modernas y nos han dejado tan huérfanos que aquí nos tenéis, entregados ahora a una especie de materialismo espiritual y a la búsqueda constante del crecimiento interior, que vete tú a saber en qué consiste.

Nos hemos convertido en consumidores compulsivos de nuevas “modas del alma” y de la sanación. Si en los ’80 y ’90 lo que molaba era acostarse con vodka y levantarse con un “peta”, ahora se lleva cenar en un restaurante Ayurveda y  desayunar quinoa mientras practicas alguna ashana para el equilibrio del kharma.  Hasta las it girls  y los brokers se han dejado la coca y las discotecas de moda y ahora le dan que no veas al yoga.

Hacemos EFT o Programación Neurolingúistica, iridiología, acupuntura, Vikram, reflexología, método holístico, curación cuántica, meditamos, bebemos té verde, equilibramos los chakras, recitamos mantras, nos ponemos cristales, bebemos flores de Bach, nos pasamos a la nutrición macrobiótica, llevamos joyas con piedras psíquicas, nos sometemos a terapia Gestalt, equilibramos nuestros meridianos, visitamos al naturópata y al chamán, hacemos caso de nuestro gurú, nos echamos el tarot, nos descubren nuestras constelaciones familiares, hacemos feng sui y psicomagia, nos vamos de retiro panchakarma, renacemos, ayunamos, tomamos ayahuasca y tiramos el I-Ching.

Somos adictos a esta nueva religión que se llama “sanación”,  y vivimos tan centrados en esta panacea de la supuesta búsqueda del auto-conocimiento y la felicidad, que nos estamos olvidando en realidad de vivir. Hemos cambiado al sacerdote y al médico por el gurú, sin darnos cuenta que de en ambos casos buscamos una triáca de curación que no es más que otro placebo.

Porque no todo vale y casi nada funciona. Hay mucho engaño, falsos profetas, y sobre todo mucho negocio; y mucha gente confunde simples fenómenos psíquicos o emocionales con estados de iluminación, o se lanza de cabeza a un supuesto proceso de “transformación personal” que no lleva a ningún sitio, puesto que se aleja del verdadero sentido de vivir con simple ética y de relacionarse mejor con el mundo y con los demás.

Tal proliferación de disciplinas new age no es sino muestra de lo enferma que está nuestra sociedad opulenta y de lo bien que funciona el marketing de lo espiritual y el negocio del alma. Practicamos la incongruencia de vivir estresado e infelices y aceptarlo con normalidad para luego salir corriendo a practicar una hora de yoga y pensar que con eso hemos alcanzado una vida plena y en paz.

Ir arriba