La estrecha relación

La relación del rey Juan Carlos con la Comunidad Valenciana es la de un rey con una de las partes del territorio sobre el que reina. Nada más. No es especial, salvo que tengamos por tal gozar de una marina con su nombre, de una ópera con el de su esposa, y de un museo con el de su hijo, que, imagino, ahora habría que cambiar de Príncipe Felipe a Rey Felipe o a Princesa Leonor. Eso, en Valencia capital.

Tampoco me parece estrecha su relación con la Comunidad, porque D. Juan Carlos ni ha casado a ninguno de sus hijos aquí (Madrid, Barcelona y Sevilla fueron las preferidas), ni ha veraneado aquí (Baleares, perdón por el chiste, se lleva a Palma), ni tiene ningún lazo inmaterial especial con esta tierra, como no sea el de la presidencia de los Premios Jaime I.

Lo que no quita para que sea un rey querido por muchos valencianos, Urdangarín aparte, que ése sí tuvo vínculos estrechos con nosotros, pese a sus simpatías por el Getafe en una final de Copa. Y respetado por muchos otros por su gran papel en pos de la transición democrática y pacífica que pilotó, frenando acertadamente a un Miláns que sacó en Valencia -vaya por Dios- los tanques que en otros sitios por suerte no llegaron a salir.

Y que haya visitado en jornadas de trabajo algunas veces esta parte de España. Pero no exageremos su vinculación a la Comunidad Valenciana más allá de lo antedicho y de las provisiones que salen rumbo a Zarzuela desde el Mercado Central de Valencia. Que ya se sabe que no hay peor defensor del rey y de la institución que aún encarna que muchos monárquicos de los de toda la vida.

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