Juan Vicente Pérez Aras, Diputado Nacional PP. Un Consell y una Legislatura agotados

La impostura nacionalista

Y seguimos asistiendo a esta gran impostura nacionalista  que el nacional-populismo ha establecido como verdad oficial. La RAE, en sus dos acepciones establece que impostura es una imputación falsa y maliciosa, así como un fingimiento o engaño con apariencia de verdad. Todo un escenario perfectamente calculado por el secesionismo, cuyos líderes quemaron los barcos hace tiempo en su pulso al Estado de Derecho. Una performance con visos de trampantojo populista, comprada sin ningún pudor por unos medios de Comunicación que se han dedicado a vender una imagen sesgada, interesada y confundiendo víctimas y verdugos.

Imágenes falseadas, trucadas, manipuladas, que han sido aireadas por los medios sin ningún rigor, sin contrastar su verosimilitud, como ha quedado demostrado para la mayor gloria del periodismo libre, subyugado a la progresía dominante, que en brazos del secesionismo y haciéndole el juego, no ha tenido ningún reparo en incumplir los principios básicos y fundamentales del periodismo: verdad y precisión, independencia, equidad e imparcialidad, humanidad y responsabilidad. Todo muy triste y frustrante.

Toda una algarada impropia de los tiempos que vivimos, donde la posverdad impone un relato que daña la imagen de España en esa triste línea marcada desde el XIX, un agujero negro en el que nuestras élites sucumben una y otra vez. Una algarada conducida por aquellos que quieren romper un marco de convivencia que nos dimos todos en el 78, para tapar un régimen que ha esquilmado una próspera región en beneficio propio. El levantamiento del secreto bancario en Andorra en unos meses tiene mucho que ver. Un control político, económico, social y cultural de toda una sociedad, cuyo mayor fracaso se manifestó en la fallida jornada del pasado domingo. Sus números no cuadran, como tampoco cuadra esa supuesta mayoría social, cuando más cuatro millones de catalanes son callados por la fuerza de apenas dos.

Su supuesta internacionalización del conflicto no es más que una gran cortina de humo para esconder el fracaso de la sinrazón contra el Estado de Derecho. No se puede estar constantemente falseando la verdad, y la historia. Una educación adulterada de generaciones de ciudadanos por los nacionalismos excluyentes, que debe ser revisada como corresponde a una sociedad moderna y cosmopolita. Un aviso para navegantes en esta tierra de provisión donde la semilla está ya germinando.

Una farsa que ha cargado sus tintas contra la Guardia Civil y la Policía Nacional, que en sus funciones de policía judicial han seguido escrupulosamente las órdenes del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Una farsa que ha buscado vender que España es un país totalitario. Nada más lejos de la realidad. El Estado de Derecho tiene sus resortes de defensa ante aquellos que no se someten al Imperio de la Ley, que es lo que está haciendo una parte del Parlament y la Generalitat.

Quien actúa ha sido un Estado Social y Democrático de Derecho que, con sus carencias y defectos, se somete al ordenamiento jurídico en su actuación. Estamos ante un escenario inédito, todo un reto para nuestra Democracia, que no puede doblar la rodilla ante el desafío secesionista. Los poderes del Estado deben seguir inflexibles e implacables en esa defensa de nuestra convivencia en Libertad. Porque esto no es un desafío al Gobierno, es a la democracia y a la Constitución.

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