Juan Vicente Pérez Aras, Diputado Nacional PP. Un Consell y una Legislatura agotados

La izquierda que nos merecemos

Si, la que nos merecemos, pues la nación más antigua de Europa no puede ser rehén de sus propias contradicciones, de sus complejos y caer una y otra vez en esa demagogia ridícula que nos pone en evidencia ante el resto del mundo. Estamos asistiendo desde la masacre de París a ese quiero y no puedo de nuestra acomplejada Izquierda, otra vez descolocada y a contra corriente de unos acontecimientos que nos superan a todos. Por doquier asistimos a demostraciones de unidad y ejemplaridad patriótica que aquí son denostadas por esa izquierda trasnochada que sigue sin enterarse de que las amenazas globales que nos afectan, no pueden tratarse con su tibieza y equidistancia. Con cobardía que dirían los castizos. El #NoALaGuerra vuelve a sonar como las ráfagas del AK-47. Es el mejor ejemplo del fracaso intelectual de esta izquierda que sufrimos.

La equidistancia ahora les juega una mala pasada a estos pacifistas de salón. El ejemplo de Córdoba no ha sido más que la constatación de esa derrota y sumisión de la Izquierda ante el terror. Pero la izquierda siempre ha jugado esa baza de justificar a los verdugos. Por si acaso. Envalentonados ante la foto de las Azores, los agitadores de la ignominia intelectual en la intervención de Irak, han mantenido un silencio vergonzante con Afganistán. Ahí si que hemos estado en guerra, y han permanecido callados, con el silencio cómplice y dispuesto al matiz de unos medios volcados con la causa. Incluso silentes ante las intervenciones francesas de los últimos meses. O las rusas. La otra vergonzosa sumisión de una izquierda ante sus iconos históricos representados por París y Moscú.

Nacional-socialistas, populistas-neomarxistas, socialdemócratas devaluados, toda nuestra izquierda sigue en su particular cruzada desde las trincheras del 36. Mientras sus homólogos europeos apelan a los valores de la civilización occidental, aquí están a otra cosa. Su tan admirado Hollande, el Presidente socialista de la República francesa establecía el Estado de Emergencia e intensificaba sus acciones militares contra el terror islámico. Putin, su otro admirado referente institucional, padre de todas las Rusias les silenciaba vergonzosamente. Rusia está libre de toda crítica. Mientras, su idolatrado Obama sigue un cálculo electoral favorable que le evite rememorar al demonio de Bush.

Podemos, Compromís, IU, e incluso el PSOE vuelven a las andadas con el tridente demoníaco de las Azores, el bálsamo para calmar su desazón. Su doble moral les permite asistir impasibles al nuevo eje del mal, como bautizaron a los de las Azores. El eje París-Moscú actual no es merecedor de sus reproches. Pero esta vez,su macabra estrategia no cala en un pueblo que empieza a sacudirse esa cobertura ideológica cargada de falsedades. La gravedad de los hechos y la contundente respuesta internacional está dejando al descubierto la vergonzante estrategia de una izquierda que busca engañar otra vez a los ciudadanos con sus soflamas de laboratorio y su retórica subversiva.

El terror y el miedo no pueden imponerse a la Ilustración. Los seguidores de Robespierre no pueden anular a Voltaire por mucho que griten. Los que buscan desestabilizar nuestras sociedades no pueden ganar esta partida. Es mucho lo que nos jugamos para caer en manos de aquellos que desde la agitación y las soflamas buscan amedrentar a nuestra Democracia. En estos momentos se necesitan Partidos serios y dirigentes comprometidos con esos valores y principios compartidos por occidente. La ambigüedad y el doble juego de algunos no sirven ante las nuevas amenazas en nombre de Alá o de cualquier credo. Nuestra sociedad ha pagado un alto precio en su lucha contra la sinrazón. Una sinrazón que la izquierda ha justificado y matizado durante mucho tiempo, con eslóganes fáciles para ocultar sus vergüenzas. Hay momentos en los que el cálculo electoral y la ideología deben apartarse, porque la Libertad no se vende.

Artículo escrito por Juanvi Pérez

 

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