La medida 1:12

 

A los suizos les gustan los referéndums. Ahora han hecho uno para limitar por ley las diferencias salariales en las empresas, de mo­do que nin­gún je­fe pu­eda co­brar más de do­ce ve­ces el suel­do de su em­plea­do peor pa­ga­do. Le llaman «la medida 1:12». Ha salido que no. No sé qué hubiera votado yo. Por eso escribo este artículo, para pensar en voz alta. Como ayuda, leo argumentos en favor y en contra. 

Acabo de sacar un libro con preguntas que me hago a mí mismo y respuestas que me doy a mí mismo. Como me ha ido bien discurrir así, empiezo siguiendo el mismo método, a ver sí me aclaro las ideas. Me pregunto: «Leopoldo, en principio, ¿te parece que en esto de las remuneraciones hay injusticias?» Y me contesto: «sí».
Después de tanta rotundidad, examino los argumentos de unos y otros. Los «unos» -los que dicen que no a la medida del 1:12- afirman que:

1. La propuesta da fuerza al Estado para meterse en las relaciones salariales de las empresas privadas.
2. Atenta a la libre competencia.
3. Pondría en peligro la prosperidad suiza. 
4. Provocaría la fuga de las multinacionales y del capital. 
5. Se perderían empleos y millones de euros en ingresos fiscales.
6. En resumen, se mataría la gallina de los huevos de oro.

Los que dicen que sí, ponen el ejemplo de un señor que cobra 261 veces el sueldo del empleado peor pagado. Y hablan del finiquito de 70 millones para otro, finiquito que supongo contemplará con desprecio algún mozo español, porque en esto de los finiquitos, algunos son unos verdaderos artistas. 

Paseando en Barcelona con mi mujer, vimos a un señor que hablaba con un matrimonio, gesticulando mucho y levantando un poco la voz. Al pasar a su lado, oímos que decía: «¡están politizados!». Mi mujer, que de vez en cuando parece Séneca, me miró y dijo: «como todo». Y se calló.

Como todo, porque en una discusión sobre lo que es justo y lo que no es justo,  se dice que los de izquierdas son los del 1:12 y los de derechas, los que se oponen. Y yo pienso que estamos hablando de un tema mucho más serio, que hay que estudiar muy a fondo, como siempre, sin periodistas, teles, radios y móviles.

Hay que estudiarlo en serio, porque en el mundo hay una situación de gravísima injusticia. No quiero admitir que, a unas pocas horas de avión de mi casa, haya quien pase hambre. Por supuesto, aún admito menos que haya hambre en Barcelona o en cualquier otra ciudad española, ni admito las colas que hay en el convento de al lado de mi casa donde unas santas monjas dan de comer a mucha gente a diario.

Aquí hay algo que falla. Ya sé que ese señor de las 261 veces es muy listo. Ya sé que hace un trabajo de mucha responsabilidad, Ya sé que gracias a él funciona muy bien la empresa. Ya sé que si le rebajan su remuneración a 260 veces se irá a otra empresa. Me apetece decir: pues que se vaya, que igual viene otro, que cobra menos y lo hace igual de bien.

Oigo hablar del capitalismo salvaje. Siempre he dicho que no existe. Que los que existen son salvajes que hacen de capitalistas.Y no vaya a ser que por unos cuantos tíos así, los que somos de derechas y nos gusta el capitalismo tengamos que callarnos e intentar pasar desapercibidos.
 

Ir arriba