Juan Vicente Pérez Aras, Diputado Nacional PP. Un Consell y una Legislatura agotados

La nueva política, contigo pero sin ti

La resaca del 20-D sigue atenazando el espíritu de muchos, especialmente de todos aquellos que se abrazaron al mantra de la “nueva” política. De todos aquellos que por activa, pasiva y perifrástica vendieron al electorado, gracias al desproporcionado apoyo de sus altavoces mediáticos, las bondades de ese nuevo estilo, de las nuevas formas de hacer política en la nación más antigua de Europa. Creo sinceramente que estos indigentes intelectuales pusieron el listón muy alto, a sabiendas de que la inmensa mayoría de una sociedad relativizada, que decenios después sigue cumpliendo el anatema de Unamuno: “Es un espectáculo deprimente el estado actual de nuestra sociedad española, tanto mental como moralmente. Debajo de una dura costra de gravedad formal, se extiende una ramplonería comprimida, una enorme trivialidad y una frivolidad de enorme vulgaridad”. Nuestros clásicos ya nos lo venían advirtiendo desde el XIX, pero seguimos sin levantar cabeza, víctimas de nuestros propios errores.

La XIª Legislatura iniciaba su incierta andadura el pasado miércoles 13, desde el postureo de propios y extraños escenificado en la Sede de la Soberanía Nacional. La “nueva” política de todos aquellos que buscan hacer un circo de la Política, en unos momentos en los que más que nunca la excelencia, ejemplaridad y altura de miras deben prevalecer para afrontar con garantías los desafíos que nos acechan. La trivialización de la Política, la desconsideración a las Instituciones, la relativización del clima político es una cuestión que debe preocuparnos y ocuparnos, para frenar el órdago de aquellos a los que la propia Democracia a elevado a las más altas Magistraturas del Estado. Representantes de todos, que siguen mirando por encima del hombro a todos aquellos a los que consideran indignos de representar a los ciudadanos. Representantes de una nueva casta legitimada por las urnas, que desprecian el valor de todo aquello que durante siglos hemos ido pergeñando entre todos.

Aquellos que se arrogan representar a un pueblo del que se sirven, tomando al asalto sus instituciones puño en alto, como si el mismo Estado de Derecho que ellos buscan subvertir les hubiera impedido manifestar su religión populista. Una nueva casta que deslegitima a los que no piensan como ellos. Rehenes del pensamiento único que han extendido una telaraña ideológica en nuestra política, conscientes de la efectividad de su estrategia. Ellos y sus altavoces mediáticos que expanden la nueva religión, como apóstoles de un nuevo orden social. Los de arriba, los de abajo y ellos disfrutando de todos los beneficios y privilegios del Estado que buscan descomponer, riéndose de un electorado que va descubriendo poco a poco la verdadera cara de aquellos reformadores que al grito de nunca un país sin su gente y sin sus pueblos, elevaron la categoría de la demagogia en sede parlamentaria.

Unamuno ya lo advertía y apuntaba aún más, “que el porvenir de la sociedad española espera dentro de su intrahistoria, en el pueblo desconocido. Eso del pueblo que calla, ora y paga y de que el pueblo es atrozmente bruto e inepto es un tópico. España está por descubrir, y solo la descubrirán españoles europeizados. Se ignora el paisaje, el paisaje y la vida toda de nuestro país. El despertar de la vida nacional y de las regiones tiene que ir a la par con una abertura a Europa. Tenemos que europeizarnos y chapuzarnos en pueblo al mismo tiempo”. Todo un alegato para aquellos que siguen contracorriente, poniendo palos en las ruedas de nuestra historia para satisfacer sus falsos egos. Para todos aquellos que siguen en la ruptura, en separar en vez de unir, en excluir y reabrir viejas heridas ante un mundo global, con problemas globales que huye del tribalismo, del nacionalismo excluyente y totalitario que sembró de sangre y destrucción el siglo XX.

La “nueva” política ha llegado, si. Pero es la nueva Política del realismo y la humildad, del diálogo y el consenso, del compromiso y la generosidad. Y las urnas expresaron de forma contundente esa manifestación de una ciudadanía que de forma abrumadoramente mayoritaria apostó por la moderación y la centralidad. Un mensaje del electorado que nos debe hacer primar el interés general de España por encima del interés particular, personal y partidista. Tenemos que escuchar y compartir la tarea, del mismo modo que las sociedades europeas han preferido siempre el acuerdo entre sus dos grandes fuerzas políticas en los momentos de difícil gobernabilidad, ante escenarios de incertidumbre como los que nos plantean desde la “nueva” política.

La grandeza de la Democracia es su capacidad para dar voz a todos, incluso a los que buscan subvertirla. Por eso no podemos caer en esa tela de araña que el populismo excluyente y separatista ha tejido. El ruido mediático no puede acallar la voz mayoritaria de los ciudadanos, por mucho que algunos busquen con sus componendas corregir los resultados de las urnas. Ahí está el verdadero espíritu de la “nueva” política, la imposición por la vía de los hechos. Lo tomas o lo dejas, conmigo o contra mí. No hay medias tintas. Es la “nueva” política, contigo pero sin ti.

Artículo escrito por Juanvi Pérez

 

 

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