La revuelta de Sertorio en tierras valencianas (I)

Quinto Sertorio (Nursia 122 a.C. – Osca 72 a.C.) fue un caballero sabino, héroe de guerra contra los cimbrios y teutones y partidario leal de su tío Gayo Mario. Destinado por su tío a Hispania en calidad de gobernador, cuando Sila se hizo con el control de Roma fue llamado a retreta, orden que no aceptó y decidió rebelarse contra la república, constituyendo su insumisión un episodio épico conocido como las guerras sertorianas. Astuto, ingenioso, populista, gran orador y mejor militar, y tuerto y osado como Aníbal, pronto Sertorio encandiló a itálicos e indígenas por igual.

QuintoSertorio

Tras dos años de hostilidades declaradas, en el 78 a.C. Sertorio se señoreaba por casi toda la Hispania Citerior y la parte lusitana de la Ulterior, quedando el melifluo Quinto Cecilio Metelo, su adversario político y hombre leal a los optimates, recluido en Corduba (hoy Córdoba) dominando el valle del Guadalquivir y parte del Guadiana.
Prácticamente todo el valle del Ebro secundó la revuelta, en especial los celtíberos en detrimento de los vascones, que se mantuvieron al margen y fieles a las fuerzas gubernamentales. Por aquellas fechas llegó a las costas de Hispania un funesto aventurero fugado de las purgas de los optimates, el aristócrata segundón Marco Perpena Vento, al frente de cincuenta y seis cohortes que, nada más desembarcar, desertaron de su comandante para ponerse bajo el mando del hombre cuyo nombre comenzaba a ser un mito: Quinto Sertorio, el salvador de la república. Con las levas indígenas entrenadas como las legiones y las nuevas cohortes romanas llegadas de Córcega, el ejército insurgente alcanzó el montante de setenta mil efectivos bien pertrechados y motivados, una fuerza considerable que invalidaba a Metelo como solucionador del problema hispano.

La fusión de aquellos dos ejércitos rebeldes preocupó tanto al Senado que se decidió enviar a Hispania en el 76 a.C. a uno de los más avezados pupilos de Sila, Gneo Pompeyo, el hijo de Estrabón, llamado con rimbombancia ya por entonces “Magno” a pesar de su juventud debido a sus éxitos en África y la Guerra Social defendiendo los intereses del dictador. Pompeyo fue enviado en calidad de procónsul con imperium al frente de un contingente similar al del rebelde compuesto por treinta mil legionarios y veinte mil auxiliares. Su primera acción punitiva tras esquivar al inoperante Perpena entre los Pirineos y el Ebro fue dirigirse directamente hacia Lauro/Edeta (hoy Llíria), pues esta ciudad se había rebelado contra el legado de Sertorio en la Edetania, Gayo Herenio, mostrando su adhesión a la república y suplicando ayuda para levantar el asedio a la que la tenían sometida las fuerzas insurgentes.

El viejo y astuto Sertorio usó el ímpetu de juventud y la ambición de Pompeyo en su contra y le tendió una trampa mortal entre dos colinas, quizá ocultándose tras la loma donde hoy está Benaguacil, engañándolo a través de informes falsos para que se adentrase confiado hacia Lauro. Cuando Pompeyo desplego sus tropas pensando que tenía atrapado a Sertorio entre los muros de la ciudad y sus legiones, el tuerto sabino apareció a su retaguardia con una legión y lo inmovilizó entre el cerco de Herenio y sus tropas. Tras un tensa espera, acuciados por la falta de suministros, en una escaramuza cercana a la plaza sitiada, Lelio, uno de los legados de Pompeyo, perdió cerca de diez mil hombres tratando de rescatar una desafortunada partida de forrajeo atacada por los rebeldes. Aquel revés, sumado a la inmovilidad de Pompeyo, obligó a los edetanos a rendirse a Sertorio. La ciudad fue incendiada como represalia por su sedición, mientras que el joven y humillado optimate tuvo que retirarse a invernar a la Galia Narbonense.

Pompeyo el Grande no olvidaría jamás tan infame derrota. Durante aquel aciago retiro en la Galia tuvo tiempo de pensar la mejor forma de devolverle al tuerto tan duro agravio… Pero eso ya sucedería al siguiente año de campaña, a la postre el más determinante.

SertorioEdeta

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