LA VALENCIANIDAD SECUESTRADA

LA VALENCIANIDAD SECUESTRADA

La Valencianidad secuestrada y La penetración del pancatalanismo político y cultural en territorio valenciano no es nueva.  El universal escritor valenciano Vicente Blasco Ibáñez ya lo denunció en el periódico El Pueblo el 13 de junio de 1906. En dicho artículo, lúcido y clarividente, Blasco Ibáñez exponía los ejes doctrinales del nacionalismo excluyente catalanista: el proteccionismo económico, la insolidaridad y el afán monopolista.

No es de extrañar que una de las máximas de las distintas alianzas protagonizadas por la formación política anteriormente conocida como Convergència i Unió, hoy PDeCAT haya sido la consecución de inversiones para las infraestructuras catalanas en detrimento de las de otras autonomías, especialmente la valenciana, siendo las inversiones en la Autoridad Portuaria Valenciana muy inferiores a las que merece por su dinamismo económico, lo que supone un claro agravio respecto a las recibidas por el Port de Barcelona, que presenta un menor tráfico de mercancías.

Es curioso observar cómo el insigne escritor valenciano ya alertaba de esta situación hace más de cien años al escribir «Valencia, que ha sido la Cenicienta del Mediterráneo, en cuyo puerto impera la más honda miseria, por culpa de Barcelona, que lo absorbe todo». Hoy en día no impera la miseria en el puerto valenciano, ya que presenta el mayor tráfico de contenedores de todos los puertos estatales. Sin embargo este liderazgo es debido al dinamismo emprendedor valenciano, no siempre bien ponderado por las distintas administraciones del Estado, y no a las inversiones que justamente merece por volumen de tráfico y que se derivan a otras localizaciones portuarias.  

Sirva este ejemplo económico, al que perfectamente se le podrían unir la decisión estatal de invertir en las autovías que conectan Bilbao con Tarragona (AP68-AP2), en lugar del histórico y anteriormente pujante eje Bilbao-Vinaròs relegado a una carretera nacional que languidece como ruta comercial, o el retraso en infraestructuras vitales para nuestra economía como son el AVE mediterráneo o el eje Sagunto-Somport para revitalizar y vertebrar la economía aragonesa al tiempo que las exportaciones valencianas ganan en competitividad.

No es de extrañar que el ciento cincuenta aniversario del nacimiento del exiliado valenciano, propuesto en su día como aspirante al premio Nobel de Literatura, acaecido en 2017, haya pasado con más pena que gloria debido al nulo interés del actual Gobierno autonómico valenciano de claro tinte catalanófilo. 

En la misma línea que en los párrafos anteriores podemos analizar las injerencias del pancatalanismo en los ámbitos cultural y lingüístico. Conviene recordar que en el año 1926, el artículo 1 del Real Decreto del 26 de noviembre, la Real Academia Española señalaba que dicha institución «se compondrá de cuarenta y dos académicos numerarios, ocho de los cuales deberán haberse distinguido notablemente en el conocimiento de las lenguas españolas distintas de la castellana, distribuyéndose de este modo:

dos para el idioma catalán, uno para el valenciano, uno para el mallorquín, dos para el gallego y dos para el vascuence».

De esta forma, el valenciano Lluís Fullana tomó posesión de su plaza el 11 de noviembre de 1928, cumpliéndose en 2018 noventa años de dicha efeméride. Desgraciadamente, en este periodo,la Valencianidad,  la autoctonía de la lengua valenciana ha sufrido diversos ataques y menoscabos.

En el año 1962, se publica un ensayo, Nosaltres els valencians, convertido pronto en biblia de la pancatalanofilia local. El texto, escrito por Joan Fuster por encargo de Max Cahner, quien con posterioridad se convertiría en uno de los fundadores de Convergència Democràtica de Catalunya y quien acabaría fundando su propio partido, Acció Catalana, que acabaría integrado en Esquerra Republicana de Catalunya.

Todo esto sirve de base política a una buena parte del entonces emergente Partit Socialista del País Valencià (PSPV) posteriormente integrada en el PSOE y de un partido que nacería ya en el actual periodo democrático, año 1982, Unitat del Poble Valenciàque posteriormente se transformaría en Bloc Nacionalista Valencià, actualmente integrado en la coalición Compromís.

Ambas formaciones, con menor y mayor intensidad respectivamente, defienden la subordinación valenciana al expansionismo politico y cutural pancatalanista. No obstante, el contrapeso que supone la valencianidad intrínseca de los habitantes del que es Reino de Valencia, obliga a los dirigentes de dichas formaciones a utilizar públicamente la simbología privativa valenciana, Real Senyera. Así pudo verse en una reciente manifestación a favor de una mejor financiación para la Comunidad Valenciana, encabezada por el presidente Puig, la vicepresidenta Oltra y Enric Morera, presidente de las Cortes Valencianas, todos ataviados en sus pechos con una genuina bandera valenciana, pero con el detalle de que el último de ellos llevaba los colores en el sentido contrario al habitual, probablemente por la falta de costumbre…  

Si bien, como comentaba, la catalanofilia local tiene miedo de presentar abiertamente su subordinación política y cultural, quizá porque las encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) siguen diciendo que el sentir mayoritario de los valencianos es que hablan una lengua y no un dialecto perteneciente a otra lengua estatal, desde el ámbito de las instituciones españolas no se ha actuado con las mismas precauciones, tal vez porque con frecuencia los diferentes presidentes del Gobierno han requerido de los votos de los nacionalistas catalanes.

Solo así se puede entender la pasividad del Gobierno autonómico valenciano ante las prácticas claramente catalanófilas de una parte del profesorado valenciano, aglutinado en la conocida como Escola Valenciana y sus conocidas Trobades , jornadas en las que la simbología pancatalanista hace claro acto de presencia -y que han sido mayor o menor subvencionadas, y mayor o menor divulgadas, por los distintos gobiernos autonómicos de diferente color político-. Sirva de ejemplo de esta claudicación ante los necesarios votos de la metamorfoseada CiU, la creación en su momento, año 1998, de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, con el teórico objetivo de finalizar con el llamado conflicto lingüístico que enfrentaba a partidarios de la autoctonía de la lengua valenciana, en las bases científicas de un romance valenciano previo a la reconquista cristiana y la presencia de un Siglo de Oro literario -el primero en territorio estatal, en el cual todos los escritores pertenecientes al mismo especificaron en sus escritos la denominación de lengua valenciana-, frente a los defensores de una unidad lingüística catalana más allá de la pertenencia de ambas, valenciana y catalana, al mismo diasistema occitano-románico.

Lo que en teoría debía servir para generar un clima de concordia que evitara el franco retroceso en el uso de la lengua valenciana, sirvió, bajo los dictados tutelares del siempre alerta nacionalismo excluyente catalán, para oficializar las tesis pancatalanófilas y relegar a los defensores de la autoctonía lingüística valenciana a la ilegalidad marginal.  

Muchos y graves errores han cometido los diferentes gobiernos estatales y sus apéndices autonómicos en el actual periodo democrático. No obstante, dado el fuerte carácter identitario valenciano, no es, en absoluto, tarde para rectificar, si se actúa con celeridad y valencianidad. De otro modo, el Reino de Valencia no será más que una pieza más en el tablero político, siempre de fácil canje en esa partida anómala que ha permitido el Gobierno estatal en estos más de cuarenta años. 

Articul escrit per : Donís Armengol Mifsut 

Ir arriba