Las elecciones, Rubalcaba y la mujer barbuda

Señoras y señores no lo duden, el placer es mío. Les saludo primigeniamente desde este espacio para transmitirles mis mejores deseos, voluntades y buenaventuras en general esperando sea para mucho y que sea para bien.

Debo decirles que, dicho así, en un término bastante general, la cosa está regular tirando a mal, para qué voy a mentirles. Verán, uno se pone a analizar las cosas que le rodean y tiene dos opciones fundamentalmente, lágrima atroz y atormentada o descojono con perdón, carcajada en ristre y punto en boca, que total, dinero no hay, pero “pa tontás”…

Les vengo a decir todo esto, porque supongo que deben estar al corriente de todo lo de las Euro-Elecciones, la Euro-Campaña y el tan manido, esperado y celebrado, Euro-Travestismo de Conchita Salchicha. Las elecciones europeas nos vuelven a pillar en un momento raro en esta España de andar por casa que se nos está quedando (disculpen lo de “España”, pero el que suscribe es polémico y librepensador, por eso disfruto utilizando conceptos “discutidos y discutibles”).

Esta mandanga de Europa, las elecciones y la mujer barbuda, nos llevan a mal traer, de cabeza, como sin haber dormido bien, preocupados, como dolidos y perplejos, ya saben, como el día de les “Dones i Champán” o como cuando Mónica Oltra se suelta la melena y se gusta, perdidos vaya, estamos perdidos ante tanta cosa nueva y difícil de explicar. Al menos yo, para qué darle más vueltas, yo no sé por dónde coger lo de Conchita Salchicha (Wurst en alemán significa salchicha), de quien Julio Iglesias habla maravillas, pero Isabel Pantoja no se pronuncia, que no es que sea fea ni que la barba le quede mal, que de hecho le queda bien (a Conchita, digo, no se confundan) es que uno no se termina de acostumbrar a según qué cosas, como a esto de las elecciones europeas o “URUPEAS”, como dice algún líder sindical de cuyo nombre ahora no quiero acordarme.

Dice Rubalcaba que de gobiernos de concentración nada, ni hablar del peluquín, que no, que nanai de la china, ni flores, que no y punto y no hay más que hablar. Dicen los guardianes de la libertad, los defensores de los valores más eternos, sagrados y acérrimos, dicen los que saben de la vida, no como nosotros, pobres ignorantes y papafritas, retrógrados impúdicos, elenco de telefilme de sábado por la tarde, que agruparse los partidos sería malo para España, para la democracia y para no sé cuántas cosas más, claro, otra cosa será que les interese a ellos, que ahí la cosa cambia, dónde va a parar. Miren esto es como aquél que quería ser comunista y preguntó qué debía hacer para ser un buen militante. “Pues mire – le dijeron- si usted tuviera dos casas, debería donar una al partido – el hombre asentía, entusiasmado- si tuviera dos coches, debería donar uno al partido. Si tuviera dos tractores, debería donar uno al partido. Si usted, querido camarada, tuviera dos bicicletas, debería donar una al partido y si, por ejemplo tuviera dos gallinas…-el hombre se levantó, le miró a los ojos y visiblemente molesto contestó- ….eh, por ahí no vaya, que dos gallinas sí que tengo”. Rubalcaba tiene claro qué hacer, cómo hacerlo, en qué momento y por qué motivos, pero cuidado, que dos gallinas sí que tiene.

Concluyo como empezaba, acordándome de la mujer barbuda, pensando en las elecciones europeas y deseando saber qué opina la Pantoja de Conchita, y sobre todo Mónica Oltra de los gobiernos de concentración y su futuro parlamentario, ¡Cuánto lujo p’a diario!

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