Las tribulaciones de un partido

Hacia 1910, más o menos, don Eduardo Dato vino a Valencia en un intento nada disimulado de poner orden en las filas del partido conservador. Y se dice que, a la hora de tomar el tren de vuelta a Madrid, se los quedó mirando a todos desde la plataforma…  y si no dijo lo que “!Joder, vaya tropa!” es porque estaba previsto que esa célebre frase la pronunciara el liberal Romanones. Pero valía lo mismo…

Sí, el conservadurismo valenciano le hizo sufrir mucho, demasiado, al bueno de don Teodoro Llorente. Y con él a otros muchos que, después, han padecido hasta la exasperación las consecuencias de banderías y divisiones, de celos, personalismos, envidias y de vez en cuando, excesos a la hora de administrar el dinero del público. Cuando no eran los aristócratas eran los de origen empresarial, cuando no los de Maura, los de Silvela. Y siempre, claro está, para marearlo todo, la tentación ultramontana, de la derecha dura. Y desde los años veinte, sin duda, el constante mareo del valencianismo y la presencia del “asunto catalán”.

La semana que ahora termina ha sido de alivio. Sobre todo el alivio que el PP valenciano ha experimentado al recibir la noticia de que Rafael Blasco, el que fuera conseller y portavoz parlamentario, dejaba la bancada popular después de haber sido suspendido de militancia de modo fulminante. Se evitó con ese gesto una votación que hubiera sido delicada y tensa y el presidente Fabra suspiró al comprobar que le era posible salvar un nuevo escollo.

Las preguntas, con todo, se acumulan imparables. ¿Por qué Rafael Blasco es tan especial que requiere un tratamiento diferenciado? Porque aunque son varios los imputados de entre las filas populares, sólo él ha merecido lo que recordó en el programa de televisión que levantó la primera tormenta de la semana: que la abogacía de la Generalidad intervenga, se muestre parte, y le pida graves penas de prisión.

Pues esa es la clave de todas estas continuas tensiones. Blasco está siendo tratado de modo muy diferente y eso supone un “pre-juicio” que disgusta a no pocos en el partido. Para empezar a Alfonso Rus. Para continuar, a Rita Barberá. Porque al PP –en realidad a todos los partidos—les hace falta tener y aplicar criterios recios, firmes, pero a ser posible iguales para todos, en el caso de las imputaciones y acusaciones a sus miembros. ¿Hasta qué momento hay que sostener la presunción de inocencia y hasta qué punto es adecuado dejar el escaño, el cargo en el partido o la responsabilidad en la administración? No, no hay criterio homologado. Y tampoco se aplica un rasero igual. E incluso no es justo y democrático el procedimiento en uso: porque una persona no puede ser sancionada –da igual que sea en un Colegio profesional que en un partido—sin que se escuchen sus explicaciones y alegatos. Un partido debe requerir a sus miembros disciplina interna; pero no es, a ver si nos entendemos, un tribunal militar en tiempos de guerra.

En ese contexto, y lograda la fotografía de Blasco sentado en un escaño situado en la última fila, al margen de los populares, se debe decir que, en la sesión del jueves, el comportamiento de la bancada socialista no fue, por así decirlo ejemplar. Quiero decir que el abucheo y la burla, el regodeo en el mal y la complicación del partido ajeno, no es un comportamiento que aporte dignidad a la política. Y que desde luego no transmite la impresión de que el PSPV-PSOE muestre mucha preocupación por resolver los problemas reales de la gente con cara y ojos. Buscar el poder sin más proyecto que el derribo del adversario cocido en su propia salsa, no es un proyecto político seductor, precisamente.

EL ESFUERZO Y LA GENTE.- El presidente Fabra, que ha logrado dar un tono de firmeza al apartar a Rafael Blasco, dedicó parte de la jornada del miércoles a una reunión con consellers y altos cargos a los que agradeció el esfuerzo que se está haciendo por conseguir una administración más austera y eficiente. Tras pedir a los suyos un esfuerzo mayor en esa preocupación por los problemas reales de la sociedad, indicó que “somos la tercera comunidad que tiene menos altos cargos por cada millón de habitantes”.  Y añadió que “a través de nuestro esfuerzo hemos liderado la reducción a nivel nacional en la reducción del sector público empresarial, el 70% se ha hecho en la Comunitat Valenciana”. Al día siguiente, jueves, anunció nuevas medidas de reducción de los gastos de las instituciones, recordó su propuesta de reducir el número de diputados, que los partidos han esquivado desde el primer día y anunció que las instituciones autonómicas consultivas habrán de reducir a la mitad sus presupuestos.

BARCENAS.- El ingreso en prisión, el jueves, del inefable Luis Bárcenas, ha sido, para millones de españoles, una noticia no solo esperada sino deseada. Socialmente se lleva mal que mientras en Estados Unidos hay gente que lleva tiempo ya en prisión tras haberse demostrado su actividad ilegal en asuntos relacionados con las finanzas, aquí llevemos años arrastrando penosas causas que no acaban de sustanciarse. El que fue tesorero del PP, y cobrador, administrador y repartidor de las donaciones que del partido recibía gozaba de una aparente impunidad que empezaba a ser escandalosa. Se hace preciso, claro, que el PP hable con claridad y diga una alguna cosa coherente. Pero todavía sería mucho mejor que la Justicia española le juzgara en septiembre y para Navidad ya hubiéramos olvidado su estampa.

EUROPA.- De la cumbre europea se va a decir de todo: que ha sido un fracaso, para empezar. Y que no nos van a hacer caso, para continuar. Pero lo sustancial –que es la razón por la que hay tanto desdén en la prensa— es que los dos grandes partidos han pactado, por primera vez, una posición razonablemente firme que ha dado una fuerza especial a las posiciones españolas.

 

 

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