Opinión de Rosa García, diputada autonómica por Cs

Lo que de verdad importa

Intento imaginar en qué estaría pensando Joan Ribó cuando decidió que las campanas de San Nicolás dejaran de sonar. Supongo que el tañido le “hablaba” en español… eso debe ser. Sin embargo, lo de cambiar el nombre de la ciudad está en su ADN político, no tuvo que estudiarlo, le viene de serie. En todo caso, son dos iniciativas que lo único que han conseguido es crear polémica donde no la había y que no afectan en absoluto a los valencianos. Si el alcalde y sus acólitos en les Corts piensan que a la gran mayoría nos preocupa que Valencia se escriba con tilde o sin ella, denotan que están anclados en su mundo, muy alejados de las preocupaciones reales de la gente.

 

En Ciudadanos defendemos la cooficialidad del topónimo tanto en castellano como en valenciano. Lo hacemos porque, según nuestro Estatuto de Autonomía, las dos lenguas están al mismo nivel, ninguna es mejor que otra, las valoramos a las dos por igual y respetamos que cada cual haga el uso que quiera de ellas. Lejos de esto, el Compromís de Ribó y Oltra, arropado por el PSPV, impone su ideología. Escribir Valencia o València, escuchar las campanas de una iglesia más o menos veces al día, ni enriquece, ni empeora la existencia de nadie. El paro, la corrupción política, la sanidad, la educación, el Corredor Mediterráneo… eso es lo importante. También el turismo, sector fundamental para la reactivación económica y la creación de empleo, lo que debería ser el objetivo del Consell.

 

La Agencia Valenciana de Turismo y la Universidad Politécnica acaban de firmar un acuerdo de colaboración para promocionar Valencia como destino de congresos. Que la Universidad y las instituciones turísticas trabajen con objetivos comunes es una buena noticia y permitirá aprovechar todo el potencial de la ciudad. Desde Ciudadanos (Cs) deseamos que la iniciativa no se quede exclusivamente en  Valencia, sino que se exporte al resto de ciudades universitarias de la Comunitat Valenciana, para que no solo sean fuente generadora de conocimiento, sino que contribuyan a posicionar sus respectivas ciudades como sede de congresos, convenciones, seminarios y otro tipo de eventos institucionales. De hecho, cabe recordar que hemos presentado en Les Corts una propuesta para llevar a cabo un plan global y coordinado para aprovechar mejor este tipo de turismo, clave para dinamizador de la economía local y para convertir la marca Comunitat Valenciana en algo más que ‘sol y playa’.

 

Pero Compromís… a su bola. Llevando adelante actuaciones que parecen responder a la falta de ideas o a la necesidad de camuflar los verdaderos problemas de la Comunitat Valenciana. Si todo fuera como la seda, si tuviéramos una economía boyante y unos servicios municipales extraordinarios, quizá se entendería, porque el diablo, cuando se aburre, mata moscas con el rabo. Sin embargo, con tanto como hay que mejorar en la vida de los valencianos, no se comprende que gastemos el tiempo en asuntos que no suponen ningún beneficio para la ciudadanía. Es irresponsable. Me pregunto, si algo no era un problema, ¿para qué lo generan nuestros gobernantes? ¿Por qué no optimizan su energía, recursos y trabajo en lo que de verdad importa?

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