Montesinos

Los políticos no contemplan el fracaso electoral

En las buenas escuelas de negocios españolas hace poco tiempo que han incorporado un posible escenario: el modo muerte. Las empresas no son eternas y pueden desaparecer por muchos motivos: errores propios, falta de demanda, nuevos competidores, nuevas modas, financiación, mala gestión, etc., etc. Hasta hace poco el orgullo del empresario (que viene desde que es emprendedor) le hacía imposible vislumbrar este modo, por lo que arruinaba el patrimonio personal antes de aceptar el fracaso y su muerte empresarial. ¿Pero se contempla este modo muerte en el escenario político?.

¿Quién le iba a decir a la industria turística de Túnez que por culpa de unos terroristas se le iba a caer todo el negocio? ¿Quién le iba a decir a El Corte Inglés que en el 2015 vería en entredicho su modelo de negocio? ¿Quién les iba a decir a CC.OO y UGT que ellos mismos cavarían su fosa? ¿Quién les iba a los orgullosos periódicos de papel que la publicidad buscaría otros nichos? ¿Y quién le iba a decir al PP y al PSOE que aparecerían Podemos y Ciudadanos para desbaratarles sus cómodas mayorías absolutas? El modo muerte está ahí y negarlo solo es retrasar la agonía. ¿Pero por qué no se plantea el escenario del fracaso?.

Los expertos en comportamiento colectivo dicen que es importante preparar una anticipación en el relato, tanto en una empresa en una organización social o una actividad individual. Y obviamente esto implica contemplar el escenario de la muerte con la transformación y cambios que ello supone. Hasta el Papa Francisco vislumbra nuevos escenarios para evitar que la Iglesia Católica muera por falta de clientes. Por eso su nuevo lenguaje. Aunque lo difícil en la hidalga cultura española es aceptar el fracaso y mucho más cambiar para evitar el modo muerte. Aquí quien fracasa es denigrado. ¿Cómo van a aceptar que fracasan los políticos?.

En el caso de las empresas las dos o tres burbujas vividas en los últimos años han obligado a reconsiderar este escenario. Hay cientos de empresas que han muerto y desaparecido en los últimos años por no haber previsto que podían fracasar. Grandes monstruos de la economía que ahora no tienen ni para ir a comprar al supermercado. Posiblemente si hubieran previsto que podían fracasar hubieran corregido su rumbo para no estrellarse. ¿Pueden tener previsto el fracaso los políticos?.

Nunca. Un político suele ser el personaje más orgulloso y vanidoso del escenario social, solo parejo con los periodistas y los curas. Como además juegan con dinero ajeno la muerte de la organización solo les afecta temporalmente en el bolsillo. Aquello del gran proyecto para servir a la sociedad es como un mantra sin contenido. No vislumbran el fracaso hasta la noche electoral y entonces son capaces de buscar mil excusas antes de replantearse el motivo de la muerte. En los enfrentamientos Real Madrid /Barça hay ganador y perdedor y en juego siempre está la cabeza de un entrenador o un jugador. En política nada porque no hay fracaso. Aunque esta vez en el PPCV ya hay gente preparando la travesía del desierto a costa de Rita Barberá, Alberto Fabra, Bonig y demás.

Ahí está el ejemplo de Andalucía como muestra más cercana. Todos triunfan. Pero ahora vienen las elecciones autonómicas y municipales a donde muchos políticos y sus organizaciones se dirigen hacia la muerte sin que les cambie la cara. No contemplan el fracaso entre sus previsiones y por lo tanto no introducen las transformaciones precisas para evitar la hecatombe. No van al médico para que no les digan que están enfermos.

¿Vislumbra el PPCV que puede hundirse? ¿Contempla Alberto Fabra y todo el equipo de Presidencia que van a tener que pactar con los que ahora denigran para poder sobrevivir? ¿Y qué harán todos esos fichajes de Ximo Puig cuándo tengan que tragar con lo que digan Montiel o Mónica Oltra? Esa carpeta no existe en la mesa de un político valenciano. No se contempla la muerte.

Pues esta vez la muerte acecha. Nadie la creía en la UCD o en el CDS. O en el Partido Socialista Italiano. O en el propio PSPV/PSOE cuando Zaplana ganó las primeras elecciones y los mandó al rincón durante casi veinte años. ¿Creía la orgullosa Sonia Castedo que tendría que irse como se ha ido? ¿Y Francisco Camps? ¿Alguien recuerda ahora a Jorge Alarte? Pero nadie quiere pensar en su muerte política. Para un político valenciano eso es reconocer que es humano.

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