Maestros de la extorsión

Hoy me gustaría hablar de unos personajes que habitan las zonas de aparcamiento de toda ciudad española que se precie. Y no, no me refiero a nuestro amado «el de la hora», que te pone recetita por aparcar en zona azul, otra forma más de sangrar al contribuyente pero ese no es el tema. Hablo de los archiconocidos gorrillas. Vestidos con chandal y gorra pase lo que pase, con sol o sin él. De ahí la etimología del apelativo. Esos individuos que acampan en zonas altamente transitadas para señalar los sitios libres y ayudarte a aparcar, obviamente nosotros mismos no somos capaces de visualizar una plaza y maniobrar con nuestro propio vehículo sin ser rescatados por estos seres de luz.
Pero claro, no te ayudarán por ser almas caritativas con espíritu altruista, desde luego que no. Una vez estacionado, se esperan cual cobrador del frac con la mano semi extendida, una manera sutil sin duda, de «exigirte» la propina. Y pongo el verbo exigir entre comillas porque para ellos es la voluntad. En cambio, si les das lo mínimo de calderilla que lleves en ese momento te lo agradecerán con una cara de odio profundo haciéndote sentir el más tacaño del lugar. El más tacaño… O debería decir el más valiente. Alguien que no paga este impuesto ilegal, este diezmo del siglo XXI, es alguien que no se somete al chantaje. Sí, chantaje. No conozco a nadie que enaltezca el «trabajo» de los gorrillas, en cambio todo el mundo paga. Paga mordiéndose la lengua, tragándose el orgullo y sopesando si le vale la pena sufrir un arañazo fortuito o la extirpación inocente de algún retrovisor. Chantajistas, tiranos de barrio que utilizan la doctrina del miedo para llenarse los bolsillos. Y sí, llenarse los bolsillos, una media de 1 euro por coche, a 20 coches la hora en focos de ciudad, y de 8am a 8 pm, sin ningún tipo de impuesto, responsabilidad o restricción; hagan cuentas. Por supuesto no es negocio al alcance de todos ya que este tinglado esta controlado por mafias callejeras extremadamente territoriales.
No es un delito de primer nivel, que necesite una intervención de fuerzas especiales. Ni mucho menos. Pero sinceramente, pienso que el chantaje al ciudadano, por pequeño que sea, merece sin duda más atención que la empleada hasta ahora. Es chantaje al fin y al cabo.
Multas para luego declarase insolvente, pequeñas reprimendas policiales… Eso no detendrá a estos parkimétros clandestinos cada vez más extendidos. La idea de utilizar a gente con horas pendientes de servicio a la comunidad aparcando coches para quitarles mercado es sin duda una buena idea pero insuficiente. Seamos más estrictos con los que coartan nuestras libertades. La libertad de aparcar nuestro coche en la calle sin tener miedo, sin tener que pensar: ¿debí darle más dinero?.

Ir arriba