Mamá, los animales no se comen

Curiosa  la forma que tenemos de educar a nuestros niños. A veces les obligamos tomar alimentos  del plato que no son precisamente la mejor fuente de salud porque pensamos que contienen nutrientes básicos  y otras les compramos azúcares y grasas como premios o regalos. ¿Con qué pirámide  alimenticia personal se quedan?  ¿Estamos siendo consecuentes a la hora de enseñarles a comer?

Esta semana se ha celebrado el Día Nacional de la Nutrición con una jornada dedicada a prevenir la obesidad infantil. El  lema ha sido: “Comer sano es divertido, la obesidad infantil no» y casi todos los colegios y centros educativos han desarrollado actividades para sumarse a la campaña. Un buen momento para recordar que los estudios estadísticos apuntan que en los últimos años se ha producido un deterioro progresivo de la calidad de la dieta en toda Europa, problema agravado por  la insuficiente actividad física que se realiza.

En las  últimas tres décadas se ha producido un fuerte aumento del sobrepeso y la obesidad en el conjunto de la población de la Unión Europea. Como consecuencia de ello, y en opinión de  los expertos,  en un futuro cercano aumentarán  enfermedades crónicas, se reducirá la esperanza y la calidad de vida. Y todo por una cuestión de excesos.

La Organización Mundial de la Salud  ha definido la obesidad y el sobrepeso como la pandemia del siglo XXI, pero internamente tenemos muchos vacíos que llenar y seguimos comiendo por encima de nuestras necesidades.

En un estudio muy reciente  sobre vigilancia del crecimiento, alimentación y actividad física, desarrollo infantil y obesidad,que se ha efectuado sobre una población de más de 7.500 niños de todas  las comunidades autónomas de España, se ha observado que uno de cada dos niños de 6 a 9 años de edad tiene exceso de peso. De ellos, solo el 3,8 por ciento toma un desayuno completo antes de ir al colegio. Y los estudios reflejan que el riesgo de obesidad es mayor en los niños que no desayunan de forma correcta, viven lejos de espacios deportivos,  dedican más tiempo a actividades sedentarias y duermen menos de 8 horas al día.

Nuestro país está dentro de esta tónica. Y en este marco, hemos celebrado el Día de la Nutrición con esponsors que venden productos lácteos y bebidas refrescantes de cola. El póster mostraba a niños muy guapos, en su peso ideal, y tomando frutas y leche. Nada de imágenes reales con chicos que sufren el problema de la obesidad (al estilo de las impactantes y efectivas campañas de Tráfico con accidentes reales para prevenir siniestros).

No sé si durante las actividades se les ha dado a los niños un vaso de leche, una lata de refresco (0% calorías) para justificar que no se recurre a los azúcares, o una pieza de fruta, pero las firmas colaboradoras dejan asociada su feliz marca a la imagen de una nutrición saludable. El niño graba este mensaje en su aprendizaje. Para esto está la publicidad.

Y mientras tanto, la Universidad de Harvard recomendando que se elimine la leche y todos los lácteos de los menús escolares para reducir la obesidad y otros problemas mayores.  “Deben ser eliminados de una dieta saludable y sustituirlos por agua y/o fruta y vegetales”, apuntan en el Healthy Eating Plate, debido a que «un alto consumo aumenta significativamente los riesgos de padecer cáncer de próstata y cáncer de ovario”.

Además de ello, otros estudios  de Harvard han relacionado el consumo de lácteos con el riesgo de desarrollar enfermedades como alergias, asma, artritis, fibromialgia, estreñimiento, conjuntivitis, obesidad, diabetes y anemia, entre otras”. El informe prueba que aunque la leche posee  minerales necesarios para nuestra alimentación, “ni el calcio, hierro, fósforo, proteína, grasas y caseína que contienen, corresponden a los niveles que requerimos los humanos”.

Tratándose de niños, aún estamos a tiempo de todo, pero la responsabilidad es siempre del adulto. Y la educación y la información debe llegar de arriba a abajo. No debería ser la sensibilidad y pureza de un niño la que nos obligue a las grandes reflexiones. No esperemos a que ellos nos den la clave.

Porque un día llega uno de apenas tres-cuatro años, ante un estofado  de pulpo con patatas,  y puede hacer  llorar a su madre al explicarle, desde la emoción,  que los animales no se comen. Que a los animales hay que cuidarlos.  Y el pacto final es comerse las patatas y el arroz y dejar al animalito en el plato:

https://www.youtube.com/watch?v=gtF50nwtWlk#t=70.

Un video para ver…

http://mamabio.es/

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