Juan Vicente Pérez Aras, Diputado Nacional PP. Un Consell y una Legislatura agotados

MARE NOSTRUM. El fracaso del Populismo

Tras su jaleada llegada al gobierno, los paladines de la «nueva» Política que iban a revolucionar la patria de los Clásicos, a levantar una nueva Acrópolis del Socialismo del Siglo XXI en la tierra donde Pericles pronunció la mayor y más bella exaltación de la Democracia, han tirado la toalla incapaces de hacer frente a la realpolitik. Tan solo siete meses han bastado para desmontar la falsa Arcadia que habían vendido los generadores de una nueva Aristocracia, no la de los mejores que estableció el estagirita, sino la de la nueva casta, la del titular fácil y la pancarta, la de la agitación y la demagogia que tan bien ha funcionado gracias a una inexplicable connivencia de los medios de comunicación que han hecho buena la reflexión del nada sospechoso Solzhenitsyn que decía, “La prensa se ha convertido en el mayor poder dentro de los países occidentales…».

Los nuevos profetas, Syriza, Podemos o los más cercanos de Compromís que igual da, como exponentes de esa nueva izquierda, han confirmado la cuadratura del círculo. Sus fórmulas, vendidas como novedosas han vuelto a confirmar el fracaso de la Izquierda allí donde gobierna. Si el socialismo y sus variantes, en constante lucha por el poder, fueran tan extraordinarios como nos venden ¿Cómo es que fracasan una y otra vez? El último ejemplo ha sido Grecia, donde por muchas excusas que se pongan y por muchos responsables que se busquen, la acción de gobierno dependía de ellos, y solo han generado más crisis, más pobreza e inestabilidad. La otra consecuencia es la autodestrucción de Syriza, siguiendo el propio manual del marxismo más puro.

El Populismo genera una inseguridad jurídica y una incertidumbre social que al final pasa factura. Por muchas cortinas de humo que intenten crear para desviar la atención de sus peligrosas debilidades, la gente normal empieza a vislumbrar la verdadera cara de estos vendedores de falsas utopías a costa de su sacrificio. No todo vale para alcanzar el poder, aun más si después eres incapaz de gestionar el conflicto o la dificultad de las cada vez más exigentes y complejas sociedades modernas.

La Izquierda ha buscado crear modelos ideales en el sentido weberiano, para generar una falsa realidad, esa Arcadia idílica que seduce al progresismo imperante. El Socialismo del Siglo XXI que está haciendo estragos en Iberoamérica, con su mayor exponente en Venezuela, quiere ser implantado aquí por los aventajados alumnos de Podemos y sus socios ideológicos. Un modelo neomarxista que aupó a un nuevo profeta en el viejo continente, Tsipras, al que ahora sus mismos discípulos hacen responsable de engañar a su pueblo y venderse a la Troika, renegando de él por traicionar los principios de la nueva izquierda. El marxismo no hace prisioneros.

El mesianismo iluminado de esta nueva Izquierda no puede apartarnos del buen camino que hemos llevado para salir de la crisis que sus políticas generaron. Porque dejarse seducir por sus cantos de sirena nos llevaría a reproducir lo vivido en Grecia y eso no es broma. No podemos caer en el nihilismo de sus soflamas que ensalzan la teoría de la catástrofe y el relativismo imperante. Ni debemos dejarnos llevar por sus políticas basadas en el resentimiento y en el odio a un enemigo que solo está en su imaginario ideológico, exculpando con su doble moral a los propios porque los culpables son siempre otros. Tsipras lo ha puesto de manifiesto con su dimisión, admitiendo que era imposible aplicar su programa, con el que ganó las elecciones y que han llevado a Grecia al corralito. Todo un toque de atención a sus partidarios hispanos, que enaltecidos en su cruzada anti-PP, ven confirmados sus peores temores tras haber vendido la piel del oso antes de cazarlo.

Nos esperan semanas apasionantes, en las que debemos hacer un ejercicio de responsabilidad como sociedad madura para sacar nuestro propio análisis. Las cosas no suceden por casualidad y lo acaecido en Grecia es un ejemplo más. Por ello, seamos consecuentes y no nos dejemos llevar a irreales Arcadias de nefastas consecuencias que confirman el fracaso del Populismo y sigamos apostando por el sentido común, la estabilidad y las políticas centradas en las personas, no en la ideología.

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