Juan Vicente Pérez Aras, Diputado Nacional PP. Un Consell y una Legislatura agotados

Pole position: Abstención

MARE NOSTRUM. Pole position: Abstención

El oráculo del CIS ha hablado, y cumpliendo con la expectación ha confirmado lo que las tendencias demoscópicas venían advirtiendo. Los porcentajes siguen bailando, décima arriba, décima abajo, pendientes de ese reparto de restos, que puede ser determinante para dibujar el nuevo reparto de poder en los territorios. Un mapa que engulle al PSOE, solo visible en sus reductos andaluces de Sevilla y Huelva, constatando la grave situación ya advertida y que tampoco desde Ferraz vieron venir, como la crisis. Ahora, la ola podemita les ha pasado por encima y quizás sea demasiado tarde.

En diciembre la primera fuerza política fue la abstención con 9,28 millones en todo el estado (el Partido Popular 7’2 millones de votos, el PSOE 5’5 , etc.). Una cifra que mejoraba la participación respecto a las generales de 2011, con casi cinco puntos de diferencia y que ahora es todavía una incógnita a resolver. Sin lugar a dudas la participación será decisiva, de ahí la llamada a la movilización masiva por parte de aquellos que empiezan a percibir más allá de las propias encuestas la desmovilización de su electorado.

No es una broma ese 32’4 % de españoles que todavía mantienen la incertidumbre. Un porcentaje lo suficientemente importante para que las estrategias de los partidos se centren en esa movilización que puede significar pasar del cielo al infierno en un plis-plas, por la volatilidad electoral que nos sacude. De hecho, el trasvase de votos entre las distintas fuerzas está siendo determinante también a la hora de fijar esa fidelidad al partido antes incuestionable. La sociedad y el elector están cambiando, y los partidos deberán tomar buena nota ante este nuevo paradigma electoral, atacando a la desafección con  sobredosis de regeneración. La “nueva” política no ha aportado nada nuevo en este sentido, más bien al contrario. La percepción a pie de calle es que son los “nuevos” de la vieja política, con los mismos elementos de siempre, eso sí, difuminados por un perfecto dominio de la comunicación política y una mise en place o puesta en escena perfectamente calculada para sus objetivos.

Es verdad que el alto porcentaje de descontento con la situación política que nos describe el CIS desincentiva la participación de una ciudadanía que vive muy de lejos la política. Una realidad alterada  por el castigo mediático y la sobre-información que nos envuelve. Una realidad que además puede verse agravada por la inédita repetición de las elecciones en nuestro país, que ha pillado por sorpresa a un electorado que percibe el juego político como un verdadero reparto del poder entre unos actores que buscan sus propios réditos al margen de la ciudadanía. Una sociedad clinex, de usar y tirar, ante unos actores políticos que la han ido desplazado de su verdadero espacio, al robarle un protagonismo que ya proclamaba el propio Pericles. Y ahí radica el verdadero problema de nuestro democracia. Si la sociedad no recupera su espacio político, los nuevos actores de la política con sus cantos de sirena, ejecutaran un verdadero fracking al propio sistema, del que se sirven y utilizan con los resultados evidentes allí donde lo han practicado. Y no solo en la recurrente Venezuela.

Por eso es fundamental armar un verdadero discurso político que frene esa desafección, alentada por ese sentimiento pesimista y negativo, ese espíritu de estar contra todo, esa oscuridad intelectual que los nuevos populistas, antagonistas de la Ilustración, han sembrado en nuestra sociedad. El 26-J nos jugamos mucho para estar todavía pensando qué dirección tomar, y solo hay dos. O a la de contra todo y en negativo, o a la de a favor y en positivo. Debemos remontar ese desánimo electoral  asumiendo nuestra responsabilidad cívica, para ganar de forma contundente esa verdadera pole position de la verdadera nueva política. La de los ciudadanos proactivos, comprometidos y dispuestos a que nadie pueda decidir por ellos.

La campaña ha empezado, y hay que disfrutarla en su justa medida. Estamos en la fiesta de la democracia. Políticos y ciudadanos en perfecta armonía para dilucidar un futuro que nos incumbe a todos. Programas, mensajes, propuestas que no deben caer en saco roto, porque ahora debemos apuntalar esa recuperación que nos garantiza mantener esa sociedad del bienestar por la que trabajamos. Hagamos una campaña en positivo para que la pole position la ganen los verdaderos protagonistas, los ciudadanos con su participación.

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