María, por la vida

Como toda España, mi hermadre Carolina quedó devastada el pasado día 11 con la muerte de María de Villota. María acababa de publicar el libro ‘La vida es un regalo’, y Carol al saberlo dijo, en la página de Facebook de LD Libros:

La vida a veces se pasa un rato con sus víctimas. DEP, María.

Es una forma de verlo, sí. La más evidente e insoportable. Pero hay otras que nos vendrían mejor, más esperanzadoras.

María de Villota escribió ese libro para la vida sabiendo que iba a morir. Como vamos a morir todos. María ahí no cantó victoria, pero qué cosa insensata: cantó a la vida antes de que se le terminara (para bien para el creyente, que Espera; y María –»la que ilumina»– lo era). María, como Viktor Frankl, como todos los que esto somos, era el Hombre en busca de sentido. Y ella lo encontró y quiso dar testimonio. Para dar vida a la vida de los otros, del prójimo que somos nosotros.

La vida hay que vivirla, esa es la moraleja de este libro que aún no he leído. ¿Qué quiere decir eso? Quiere decir que tenemos que ser conscientes de ella, sentirla, aprehenderla, compartirla, desentrañarla, asumirla, valorarla. Leerla. Para que no nos pase lo que a aquel personaje de Tibor Fischer antológicamente llamado Eddie Féretro:

Uno revisa las citas perdidas, las patatas mal peladas, las amistades fallidas, los platos sin lavar, las noches a solas en los restaurantes, los atascos de tráfico, los trenes cancelados, las llamadas sin respuesta, los cepillados de dientes y te das cuenta de que no son simplemente citas perdidas, patatas mal peladas, amistades fallidas, platos sin lavar, soledades en restaurantes, atascos de tráfico, trenes cancelados, llamadas sin respuesta y cepillados de dientes: es tu vida.

Así que… ¿que cómo comprar ahora el libro de María de Villota? Pues cómo no, estimado lector. ¿También para un amigo deprimido o con una dolencia especialmente penosa? ¿Para un enfermo terminal? También o si me apuras sobre todo: para que la muerte los sorprenda bien vividos. Entregados.

Permítanme que cierre este artículo pensando en mis seres queridos y brindando como brindan mis amigos judíos, gritando «Lehaim!», clamando»¡Por la vida!».

Gracias, María.

 

Mario Noya (@MarioNoyaM)

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