Miedo al ciudadano enterado (2)

Los políticos entienden la comunicación como algo unidireccional. Por supuesto hemos avanzado en los últimos treinta años y el sistema es abierto. Todos saben que cualquier ciudadano tiene derecho a la información, pero el sistema es incapaz de transmitirla porque no está montado para ello. Es que esta idea es inconcebible para cualquier político o gestor institucional español.

Y no es solo aquellos grandes temas que pueden ser cuestión de Estado. Concursos públicos millonarios, baremos para puestos de trabajo, datos importantes de la gestión política o cualquier otra decisión tan cubierta de intereses que alguien pueda tener cierto temor porque se conozca. Permanecen en la oscuridad hasta los datos de nacimientos en un barrio, que pueden servir para que Juan Núñez monte su Ludoteca.

La administración sigue siendo en España un arcano por pura cultura, procedimiento, organización y formato de relaciones de los gestores políticos y de los funcionarios, que cumplen órdenes. Los datos están, pero son propiedad de la administración, de las instituciones, no de los administrados. Inconcebible entrar en una web y poder acceder a la última auditoria que se ha hecho sobre la Ciudad de las Artes y de las Ciencias de Valencia. ¿Para qué quiere eso un ciudadano? Dice el político de turno. ¿Hay alguna posibilidad de que un ciudadano madrileño pueda comprar los costes que tiene la limpieza con empresas externalizadas frente al coste del servicio municipalizado? ¿Cuántos son los gastos prescindibles de Catalunya para comprobar si realmente hay un agravio comparativo con otras comunidades? Nunca lo sabremos porque la información que se facilita ya está interpretada. No hay transparencia.

El esquema unidireccional quedó fijado en los principios de la democracia y no ha variado. Cierto que en aquellos tiempos a nadie se le ocurrió que había que facilitar la comunicación con los ciudadanos. Había que hacerlo entre el poder democrático y las representaciones colectivas, pero no había una valoración del individuo como demandante de la información. Como mucho para esa tarea estaban los medios de comunicación. Todo unidireccional. Democracia unidireccional.

Y cuando durante tantos años el sujeto de la democracia es paciente entre elecciones no hay nadie que vigile la eficacia de esa democracia. Ahí hay una de las razones de la crisis institucional que en estos momentos convive con la crisis económica. La eficiencia derivada de una sociedad participativa no se ha trasladado a la administración española, con lo que la brecha entre sociedad y dirigentes se abre cada día más. Cuanto menos sepa el ciudadano, mejor. Ya le explicaremos con nuestro marketing lo que necesita saber. ¿Qué va a decir Juan Núñez la próxima vez que le pidan el voto para el ayuntamiento?

El sistema político, los políticos como individuos, los representantes institucionales tienen miedo a los ciudadanos enterados. Por eso se mantiene la foto fija del funcionamiento democrático mientras la sociedad tiene una foto digital. La llegada de la web 2.0 no ha cambiado para nada las actitudes de políticos, instituciones y administración en general. La tecnología es en manos de los políticos e instituciones españolas una herramienta para potenciar la unidireccionalidad del mensaje; ni siquiera es un instrumento para comprobar la eficacia de ese mensaje. No se valora el retorno, solo en las urnas.

Cierto que en los últimos años proliferan las webs institucionales, las cuentas de políticos e instituciones en Twitter, FacebooK y hasta en Linkedlin, pero siguen siendo unidireccionales. Las cuentas de líderes son gestionadas por agencias expertas en mensajes unidireccionales. Y solo hay que ver a cuántos siguen y cuántos les siguen en Facebook. No les interesa la opinión de ningún ciudadano que replique a su mensaje. No hay posibilidades de retorno. Son como notas de prensa emitidas en la red. Incluso hay políticos que simplemente utilizan las redes para anunciar que salen o entran de una reunión o que inician o acaban su jornada de trabajo. Esa es toda la conversación que mantienen con sus fieles seguidores o con ellos mismos, como un síndrome del espejo. Toda la utilidad de la red se desprecia para mostrar el poder que confiere poder emitir el mensaje. Juan Núñez nunca ha podido explicarle a los concejales que aparecen en Twitter o Facebook que necesitaba unos datos para montar su negocio.

La demostración más certera es un informe hecho público por Press Cutting Service donde detalla que Obama y Mariano Rajoy tienen la misma actividad en Twitter. No hay dudas. Los datos son ciertos. Los dos ocupan el puesto número cuatro en actividad, aunque Obama esté el primero en seguidores y Rajoy ocupe el puesto décimo. ¿Dónde está la diferencia? En que Obama escucha a sus seguidores y Rajoy solo emite y solo crea espacios testimoniales. No hay bidirecccionalidad en sus cuentas en las redes, que gestionan terceros. No hay una frase ocurrente. Una sugerencia a la propuesta de otro tweet. Nada. Puro espejismo porque Rajoy no se cree el valor horizontal de las redes y Obama lo valora tanto que gana elecciones gracias a ello.

Y no es sólo el Gobierno este o el anterior. Una gobierno autónomo nacionalista o el contrario. Son las universidades, la Iglesia, los sindicatos y los ya citados medios de comunicación. Saber las cifras reales de ventas de un periódico es peor que un arcano. Y los costes reales de cualquier universidad que pagamos con nuestro dinero es una aventura sin límites. Y cómo lo preguntes públicamente a un rector magnífico corres el riesgo de que te acusen de estar contrs la autonomía universitaria. Pobre del que vaya a saber de una empresa a través del Registro Mercantil. Todo el mundo engaña al Registro a ver si así consigue engañar a Hacienda. Y todo esto en los años del 2.0 resulta cuanto menos ridículo.

1.- LA AGENDA SETTING EN UN PAÍS VERTICAL

España es un país vertical donde lo importante es poder marcar la agenda de los demás. Es la máxima demostración de poder jerárquico. El sistema político demuestra su poder con el control de la información y las acciones que se derivan de ella. Y por supuesto no hay permeabilidad a las nuevas formas de poder compartido que impone la tecnología. Al contrario. El sistema prefiere aislarse y perder legitimidad antes que compartir siquiera la responsabilidad.

Juan Núñez hubiera podido tener los datos que buscaba si hubiera formado parte del aparato de control de un partido, un colectivo con poder o un lobby. Pero el individuo como tal carece de capacidad para marcar la agenda de políticos e instituciones, que no prestan mayor atención a la demanda de Juan Núñez.

El mejor ejemplo es la situación que se da en la crisis económica. Los gobiernos hablan con el poder financiero y ajustan soluciones, y después la comunican a los ciudadanos. No hay transparencia de sus decisiones porque no hay voluntad de tenerla con el individuo comunitario. Es una cuestión de concepción del poder: hace siglos era divino, ahora es el control de la información. Desde ese principio es imposible que políticos e instituciones asuman el Open Gobernment o el Open Data.

Con un gobierno abierto se devuelve el poder al pueblo dicen los diferentes autores del libro Open Government-Gobierno Abierto. El problema es que ese sentimiento o ese activo político no está admitido por el sistema político español actual. La forma cómo se configuró la democracia en España y la histórica herencia cultural de la contrareforma generan siempre una actitud de abandono de responsabilidades. Hay que delegar todo en un líder, en un elegido o en un nombrado para que tome las decisiones. No ha lugar a la meritocracia. No es el gobierno de los mejores porque no hay manera de conocerlos, de compartir con ellos su proyecto político. No hay conversación entre los candidatos y los individuos que componen el pueblo. Juan Núñez no puede castigar o premiar a nadie por su quiebra.

El carácter del pueblo español es muy dado a ese formato vertical, entre otras cosas porque así puede criticar al elegido y eludir responsabilidades y trabajos incómodos. Por eso la corrupción anida en cualquier rincón de la administración, desde la concesión de grandes contratos hasta en el gasto de gasas en un hospital público. Convivimos con ella y es un instrumento de poder. Por eso las filtraciones superan a la transparencia. Nos encanta la oscuridad.

El sociólogo José Vicente Cortes diseña las zonas oscuras. Obviamente esa oscuridad conlleva una democracia ineficiente, porque nadie conversa con el ciudadano sobre el resultado de la gestión o las decisiones políticas. Menos mal que no pregunta, porque el ciudadano tampoco sabe lo qué pasa.

O quizá no le interesa, porque a menos información menos interés. Juan Núñez no buscaba los datos de niños porque tuviera derecho a conseguir esa información, sino porque le hacía falta para su negocio. Si no te hace falta, para qué quieres saber cuántas sábanas gasta al año un hospital público en relación a uno concertado. ¿Para qué plantearse saber de un Gobierno Abierto cuál es el coste real de un alumno universitario si lo que nos interesa es el número de coches oficiales o las comidas de los diputados? OpenGovernment versión ¡Hola!

La sociedad civil no plantea crudamente la transparencia de la administración y las instituciones porque ello le obligaría a las mismas transparencias en empresas u otras actividades privadas. El Registro Mercantíl está lleno de datos contables muy bien amañados. Y además. Si pedimos transparencia igual al final nos piden colaboración y participación en la gestión pública. ¡Si al menos pagaran bien…!

2.- RECONOCER LOS PECADOS

Los políticos e instituciones prefieren el modelo actual y cerrado de gobierno. Cada cuatro años concurren a las elecciones y así entienden que ponen a juicio popular su gestión. El resto del tiempo el mensaje es unidireccional, apoyado en un marketing centralizado. Como pese a estar instalados en la sociedad del conocimiento la brecha social, cultural y digital permite que la actitud jerárquica funcione con una parte de su feligresía el dirigente de turno no necesita recurrir a mayores concesiones de poder.

La mejor prueba del efecto nocivo de esa brecha es el resultado electoral de Patxi López en el País Vasco después de poner en marcha Irequia. Por supuesto afectan otras muchas razones, pero vale la pena resaltar que los intentos de generar un Gobierno Abierto no recogieron un mejor resultado electoral.

O el alcalde de Jun. José Antonio Rodríguez, que ha puesto su pueblo en la red de una forma activa y una gestión bidireccional. En su partido ni lo han valorado y está por ver que mejore su resultado electoral. Como decía en el capítulo anterior el español no premia a los políticos e instituciones que facilitan la transparencia, la participación o la colaboración con los ciudadanos.

Incluso la utilización de la web 2.0 se hace para generar la percepción de que hay una supuesta voluntad de enseñar, conversar, tejer redes con el individuo. Cientos de políticos y dirigentes sociales utilizan Twitter, tienen su blog y hasta graban su viral en youtube. Pero sigue un mensaje unidireccional. No hay concepción de transparencia, participación o colaboración. Solo funciona para los amigos, que jalean el mensaje, no lo discuten. Porque pobre si lo discutes.

Un ejemplo está en cómo el Consell de la Generalitat Valenciana organizó la animación para la presentación del Manifiesto para la Sociedad Civil, según esta noticia que difundió un diario digital:

VALENCIA. Presidencia de la Generalitat y el PPCV tratan de asegurar que el acto de esta tarde noche sea un éxito. Para ello, han preparado a lo largo del día una serie de rebotes en las redes sociales, concretamente en Twitter y especialmente dirigida a los jóvenes militantes del partido, para dar difusión al acuerdo de la sociedad civil que ha preparado el jefe del Consell, Alberto Fabra.

A través de un email distribuido desde Nuevas Generaciones del PPCV, se explica la firma del manifiesto #SocietatxCV entre el Consell y «más de 1.000 organizaciones y miembros de la sociedad civil de la Comunitat Valenciana».

En el texto se solicita a los receptores lo siguiente: «Poned diversos tuits diciendo por qué estáis orgullosos de nuestra sociedad, de nuestras empresas, deporte, cultura, medioambiente, y reivindicaciones como financiación, agua, Corredor, bajo el hashtag #SocietatxCV».

Además, se incluye en el mail el ‘timing’ de los tuits que los miembros del Consell, en perfecto orden, deben ir emitiendo a lo largo del día, empezando por el presidente de la Generalitat, Alberto Fabra, quien debería haber abierto fuego a las 9 de la mañana. Pero no ha sido hasta las 11, el segundo momento marcado en el timming, cuando @albertofabra ha lanzado su tuit con la etiqueta prevista, en mitad de Les Corts. A partir de ahí, los diputados debían comenzar mensajes relacionados con la gestión.

A continuación, ha proseguido el vicepresidente de la Generalitat, José Císcar, y a renglón seguido los consellers han comenzado a divulgar el acto de esta tarde noche con media hora de separación y divididos en dos turnos. Según aparece en la redes sociales, todos ellos han cumplido el programa digital establecido.

ASÍ ES LA HOJA DE RUTA DIGITAL MARCADA PARA EL ACTO DE LA SOCIEDAD CIVIL

09.00 aprox. Primer tuit Presidente con #SocietatxCV
11.00 aprox en medio del Ple Corts otra vez invitación y HT
#SocietatxCV y los diputados se ponen a ello con mensajes de gestión.
Por lo que respecta al Consell está cerrado que a X hora tuitee cada
conseller de su área. Os paso lista:
A las 12,30 abre Císcar
13.00 Buch
13,30 Castellano
17,00 Moragues
17,30 Bonig
18,00 Llombart
18,30 Sánchez Zaplana
19,00 Catalá

Mensajes unidireccionales, sin un conocimiento técnico de cómo funcionan las redes. La misma técnica de agit/prop de hace 50 años pero en twitter.

En cualquier pleno municipal español (o en una Junta General de Accionistas, Comité Sindical o Junta de Gobierno de un Museo) siempre hay una oposición que pide datos, transparencia, compartir el poder. Pero no acepta que levanten las faldas a ellos mismos.

Gobiernos, oposición, ayuntamientos, colectivos, medios de comunicación, etc., han pedido el cese del proyecto Castor en el Bajo Maestrazgo entre Castellón y Tarragona, por considerar la inyección de gas en alta mar como responsable de los movimientos sísmicos registrados en los últimos meses en esa zona. Cada uno reclama del otro transparencia en las decisiones que se toman. Pero ninguno de ellos será capaz de abrir sus tripas para que se sepa la publicidad recibida de Castor, las donaciones para eventos populares, las comidas o cenas para hablar de los expedientes, la compra y venta de solares para las instalaciones, etc.

Con estos perfiles es imposible gobiernos abiertos, porque es la propia sociedad la que huye de enseñar sus errores. En los últimos años solo he conocido de dos personas que han reconocido haberse equivocado. El Rey y Juan Roig, presidente de Mercadona, al reconocer que se había equivocado al envasar el fresco. ¿Se lo ha reconocido alguien? ¿Alguien ha escarbado en los dos errores para abundar en la entidad del arrepentimiento? (Rajoy también dijo que se había equivocado con el nombramiento de Bárcenas, pero no puede considerarse un acto de transparencia). Por eso no hay político que encabece un movimiento de reconocimiento de responsabilidades. Nadie se lo valoraría. No hay seguridad en la cosecha política. Lo de Obama queda muy bonito como referencia, pero este es España señores.

Hay también un problema de carencia de liderazgo. El líder que se siente seguro, firme, fuerte, no teme colaborar con quien sea en las tareas de gobierno. Está dispuesto a compartir la fuente del poder (la información) porque sabe que de la participación ciudadana aún saldrá más fuerte. Sin embargo el líder débil tema salir de su zona de confort. Solo escucha a quienes hablan como él y con los mismos puntos de vista. El contraste le da miedo porque carece de la fuerza suficiente para compartir el poder con terceros. Lo puede perder. A líderes débiles, gobiernos cerrados. A líderes fuertes, Gobiernos Abiertos. Y a Gobiernos opacos, ciudadanos ignorantes.

Este es el marco en el que se encuentran instituciones y políticos a la hora de apostar por el Open Government. O, simplemente, a la hora de propiciar una gran campaña que facilite la vida a los administrados. Juan Núñez no se lo reclamará. Su cabreo político vendrá más por un atasco de circulación o por el gasto del ayuntamiento en coches oficiales o asesores. O por el paro de su hijo. La falta de transparencia, la participación o la colaboración con y desde la administración es una entelequia que nadie pone entre sus prioridades.

Jesús Montesinos
www.jmontesinos.es

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