Juan Vicente Pérez Aras, Diputado Nacional PP. Un Consell y una Legislatura agotados

No habrá cohesión europea sin el Medio Rural

 Así referenciaban las conclusiones de la Conferencia por una Agenda Rural posterior a 2020, que el Comité de las Regiones desarrolló en 2016. Porque la realidad es incontestable. Solo hay que darse una vuelta por nuestro interior, para insistir en la urgencia de cambiar el rumbo a políticas que solo han generado desequilibrios entre las zonas rurales y las urbanas. Un desequilibrio agravado por una crisis demográfica que nos afecta a todos. Crisis que en nuestros municipios de interior se traduce en envejecimiento y despoblación.

Un Medio Rural sobre el que debemos volcarnos desde todos los niveles, para garantizar su propia supervivencia, su sostenibilidad, implementando políticas dirigidas a paliar esas amenazas y sobre todo dirigidas a los grupos más afectados en las zonas rurales, mayores de 50 años, jóvenes y mujeres, con el objetivo de fijar la población. Todo un reto que no podemos posponer más.

Cristóbal Aguado, Presidente de AVA-ASAJA lo expresaba con rotundidad en su comparecencia parlamentaria en les Corts Valencianes, ilustrando sobre el alcance y consecuencias de un fenómeno que día a día se va agravando. Aguado manifestaba que “lo que está en juego es la pervivencia de un modelo económico, social y cultural que forma parte de nuestra propia idiosincrasia más profunda como pueblo”.  No se podría decir más con menos.

El mundo rural sufre desequilibrios que no solo aumentan, sino que nos alejan del objetivo de la cohesión territorial consagrado en el Tratado de la Unión. Y esto es una realidad que te trasladan los habitantes de estas zonas rurales, donde son conscientes de que la desigualdad de los ciudadanos y de los agentes económicos ante la oferta de servicios de interés general no deja de crecer. La degradación de los servicios de salud, de movilidad y de seguridad entre otros, suscita no solo preocupación, sino un sentimiento de abandono entre sus habitantes.

Y sin ninguna duda, la viabilidad y la vitalidad de las zonas rurales es fundamental para el bienestar de las poblaciones, tanto rurales como urbanas. No solo por su importancia territorial dentro de la UE, al representar más del 80% del total de la superficie, o porque aquellas zonas de transición con las zonas urbanas, albergan el 58% de la población y concentran el 56% del empleo. En estas zonas la propia supervivencia ha generado un movimiento de diversificación, donde la agricultura sigue siendo una actividad cohesionadora que estructura el territorio, pero donde las actividades secundarias y terciarias han ido adquiriendo un mayor protagonismo (servicios, turismo, pymes…).

Aun así, ese potencial de nuestras zonas rurales en toda su diversidad, está insuficientemente utilizado, debiendo asumir un verdadero compromiso que vaya más allá de meras Declaraciones Políticas, para proceder a una verdadera evolución de las políticas en el corto plazo. En este sentido el MAPAMA ha determinado que las mujeres y los jóvenes serán el eje para desarrollar la Estrategia Nacional de Modernización y Diversificación Rural, orientada al desarrollo de capacidades empresariales, emprendimiento e innovación. Una Estrategia que busca incorporar 20.000 jóvenes en los próximos años.

Una apuesta decidida que incluye también el Plan para la Promoción de las Mujeres en el Medio Rural 2015-2020, que de forma transversal desarrollan seis Ministerios, para favorecer la visibilidad de la mujer, promover el empleo y el emprendimiento. Un impulso necesario en la formación de los profesionales del medio rural, a través de los planes pluri-regionales de formación y promoción de las mujeres rurales. Y para ello es prioritaria la coordinación multinivel con los 18 programas autonómicos de Desarrollo Rural.

Debemos darnos cuenta de que estos territorios son una “zona de oportunidad”. Los fondos de la PAC y de Desarrollo Rural son muy importantes, pero además debemos aprovechar todos los recursos y facilitar una mayor coordinación y complementariedad entre los países, las regiones y los actores rurales, fomentando una mayor participación territorial. Un objetivo para garantizar la igualdad de servicios para todos los ciudadanos del medio rural. Porque nuestro legado no debe ser solo permanecer o mantener el statu quo. Nuestro legado debe llevarnos a comprender esa gran potencialidad del mundo rural. Un reto y una oportunidad para generar una eficaz y eficiente cohesión.

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