José Salvador Murgui. Cronista Oficial de Casinos. Académico de la R.A.C.V. Y colaborador de ValenciaNews - Diana Quer

“Notición: La Guardia Civil localiza el cadáver de Diana Quer.”

Esta era la noticia sobre Diana Quer con la que nos despertábamos anteayer, día dos del mes de enero de un año que acabamos de estrenar. Notición. Noticia triste, desagradable, desafortunada, cargada de todos los tintes de maldad que se pueden concebir en una noticia de ese calado.

En realidad es una mala noticia, tan mala que cuando la oyes lo primero que piensas es en la pobre familia, en la liberación que supone poner fin a tantos días de incertidumbre y en el punto y seguido que supone volver a empezar la vida con el peso de la muerte de ese ser querido que un día desapareció y que hoy han encontrado su cadáver.

Es un caso más de los muchos que pasan, que se localizan y que se detiene al “presunto” criminal, pero si criminal. Y hasta aquí sería esa nota triste, cargada de dolor, cargada de rabia, y llena de incomprensión hacia este mundo nuestro en el que vivimos y nos desenvolvemos a diario.

Es nuestro mundo, sí; el nuestro, el que hemos hecho, en el que jamás pasa nada. En el que todo está justificado y en el que lo injustificable es noticia.

Y ahí voy a parar. Esta mañana he tenido que apagar el televisor. No soy mucho de televisión, pero es el que me despierta y el que mece mis sueños. De pena, de verdad, pero no de pena la noticia, que ya es bastante trágica por sí misma, sino de pena la manipulación, las escenas, las declaraciones, las ruedas de prensa… todo en su conjunto.

Soy de la opinión que hay que informar con veracidad y a tiempo, para eso hay que ser muy valientes, pero “hacer leña del árbol caído…” es algo tan manido que no cuela.  De verdad que siento mucha tristeza por “como se han sucedido las cosas” las cosas es una muerte, siento mucha tristeza de pensar en el “porqué” pasan estas cosas con tanta frecuencia; pero siento un gran dolor cuando en cada momento se dan tantos detalles que nada aportan a una vida mejor. Hay cosas y temas que por prudencia y respeto a la persona y su familia se deben de callar.

La Justicia que actúe con rectitud, las Fuerzas del Orden que hagan su trabajo, estamos en un estado de derecho, pero el respeto a una persona muerta en extrañas circunstancias, y envuelta en las más terroríficas escenas de pavor, nos debe hacer entrar en una profunda reflexión del mundo y la sociedad que todos hemos hecho.

Ante ese difunto respeto, ante su familia dolor, ante la familia del agresor, cuyas imágenes han sacado una y mil veces los medios… Contemplando a esa madre rota, de espaldas, incomprendida e incomprensible… escalofríos de lástima y humillación, ¡Cuánto dolor encierran sus palabras!

Y finamente ante todo ese morbo:  indignación. Aprendamos a respetar el dolor de los demás, pongámonos de una puñetera vez en la mente del otro y en su persona, en ese momento trágico que te va a marcar el resto de tu vida; y aprendamos de los errores, porque vivir en un mundo fácil, nos lleva a enfrentarnos a situaciones difíciles, tan difíciles que no hay vuelta atrás, la vida toco a su fin, la incomprensión se adueñó del mundo.

¿Qué estamos haciendo mal?

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