UN NOU 9 D’OCTUBRE. EL DÍA QUE TODO CAMBIÓ.

UN NOU 9 D’OCTUBRE, EL DÍA QUE TODO CAMBIÓ.

Yo estuve allí. En el nou 9 d’octubre donde todo cambió en Valencia.

Frase que podremos decir los que el lunes 9 d´octubre de 2017 estuvimos en el recorrido que tradicionalmente había sido territorio separatista desde el inicio de la democracia con total impunidad y que este año, cual plaza en una contienda, les ha sido arrebatado para dejar de ser símbolo del catalanismo y pasar a ser símbolo de la resistencia valenciana.

Una resistencia que llevaba latente décadas esperando el momento de cambiar la historia negada por los medios de comunicación amparándose en una violencia inicial protagonizada por unos cuantos radicales de las dos partes pretendiendo presentar a unos como víctimas y a otros como verdugos cuando los supuestos verdugos han protagonizado escenas de violencia y prepotencia durante los años anteriores quemando cajeros, rompiendo escaparates, pintando la estatua de Montoliu o acosando a quienes se atrevían a llevar el día de la Comunidad Valenciana una bandera que nos representa a todos los valencianos estatutariamente aprobada. Provocación, decían entonces. Si pegaban a alguien por llevarla ¡en su ciudad! Era provocación. Pero lo que sucedió antes de empezar era violencia fascista, decían.

Una violencia nunca antes denunciada y que ahora intentan utilizar para ocultar lo grande. Lo realmente importante. Lo que de verdad pasará a la historia pero que no se quiere reconocer por los medios o políticos radicales simpatizantes de la tesis de que somos un país como parte de paisos.

Pero el pueblo habló el lunes 9, la gente hartó, la ciudadanía salió a la calle y dijo ¡basta ya! a los desmanes separatistas de una CUP que descaradamente anunciaba una manifestación a la misma hora del mismo día en el mismo lugar que la llamada Comisión 9 d´octubre había convocado pedida por turno anual por la UGT (del País Valenciá, claro) y que, a pesar de la coincidencia, no denunciaron. Todo lo contrario, los organizadores, claramente identificados con las acreditaciones de la Comisión 9 d´Octubre pedían y exigían a la policía que los manifestantes de la CUP y Arrán salieran en la manifestación porque delante les estaba esperando el resto de participantes.

Más de media hora duró el asedio inicial. Pero otro grupo de valencianos cansados se congregaron en el clásico final de la manifestación pro independentista en otro símbolo de la deriva pancatalanista y por primera vez consiguieron que la estatua del Rey Don Jaime no luciera la bandera que simboliza la dictadura fascista catalanista, la sinrazón, el adoctrinamiento docente y la división como seña de identidad: la estelada.

También se consiguió que la estelada gigante no viajara por las calles de Valencia como señal de invasión y victoria como hasta el mismo año pasado se hizo. No, no salió por primera vez.

Apenas dos o tres esteladas y no muy levantadas se vieron en la comitiva en contra de lo habitual cuando cientos de esteladas ondeaban ensombreciendo la fiesta de los valencianos en su día en años anteriores.

Esta comitiva se desvió desde Colón a Navarro Reverter acabando en la Pza. América donde un número mucho inferior de participantes escucharon un breve manifiesto leído desde el micrófono de un furgón de la Policía Nacional, la misma policía que hace una semana asediaban en Cataluña y a la que pidieron protección y su furgón en Valencia. Especialmente doloroso tener que leer un manifiesto independentista con la bandera de España detrás.

Un número mucho menor por la ausencia de líderes políticos que vieron lo que podía suceder y evitaron aparece dejando a los curritos que se partieran la cara mientras ellos veían los toros desde la barrera (vitual) para no perjudicar su imagen. ¿Para qué están los tontos de las bases? Es posible que pensara alguno de ellos mientras que esas bases loan a sus líderes.

Humillación tras humillación, el ánimo iba en descenso libre. No se les deja salir, no lucen las esteladas, ni la estelada gigante, no ensucian las calles, no rompen cristales de los comercios, no queman cajeros, no ensucian la estatua de Montoliu, apenas unos cánticos desganados, no pueden leer el manifiesto en la estatua al Rey d. Jaime donde tampoco cuelgan la estelada como símbolo de victoria, son arrinconados a la Pza. América contra pronóstico. Y allí con un abatimiento fácilmente visible en el video que pude ofreceros, apenas dura dos minutos el acto que, anteriormente invadía El Parterre y que este año se veía relegado a otro sitio sin megafonía y sin fiesta.

La Pza. de San Agustín ha pasado de ser un símbolo donde siempre se reúnen las hordas pancatalanistas a ser un símbolo de la resistencia valenciana donde el pueblo les dijo a los independentistas que no los queremos, que no queremos a la CUP en Valencia, que no queremos que pase como en Cataluña y que de una vez por todas nos dejen en paz que solo queremos ser VALENCIANOS dentro de una España unida.

Y lo ha conseguido el pueblo valenciano en contra de los políticos, en contra de los medios pero con tantas cosas a favor que la sensación de liberación está siendo reconocida y apreciada en los pueblos de la provincia con un clásico “ya era hora de que los valencianos saliéramos a la calle y les parásemos los pies a estos catalanistas”.

La conjunción astral ha funcionado. Los ingredientes necesarios se han cocido en su justa medida. El guiso tuvo unos garbanzos negros eliminados que no empañan el sabor final.

La batalla de Valencia nunca finalizó. Se cerró en falso y latente esperó el momento oportuno de reabrir la lucha por las señas de identidad propias y del orgullo de sentirse valenciano.

La derrota es especialmente dolorosa porque han construido un castillo con cimientos de barro. Este castillo que pensaban que sería definitivo ha caído porque nunca nos hemos sentido como ellos han querido que nos sintiéramos. Y a pesar de los millones empleados en actos, adoctrinamiento, compra de voluntades y manipulación de verdades históricas para tener razón, no les ha servido de nada. En una tarde, los valencianos hemos pegado un puñetazo en la mesa y hemos dicho que hasta aquí hemos llegado.

En una tarde Valencia ha cambiado.

En una tarde en la que podré contar a mis hijos y mis nietos que “YO ESTUVE ALLÍ” e hice estar a cientos de miles de personas que vieron la realidad que siguen intentando ocultar los medios nacionales, locales y políticos partidistas. Las nuevas tecnologías han servido a la verdad. A la realidad vivida en directo por gentes de todo el mundo. Todo el mundo lo vio en directo.

Una tarde que a los valencianos de corazón y sentimiento nos hará saltar las lágrimas de emoción y alegría cada vez que las recordemos porque el 9 de octubre de 2017 Valencia renació de entre las tinieblas y el miedo para decir que ¡SOMOS VALENCIANOS!

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