Juan Antonio Sanz Núñez

¿Nuevo PPCV?

Es curioso que en nueve años de militancia en Nuevas Generaciones y en el PPCV, haya escuchado a grandes «adalides» de la política valenciana dar lecciones a militantes y simpatizantes sobre honradez a unas siglas pero por encima de todo a los ciudadanos. Hoy en día han sido defenestrados una parte de ellos, ya por casos de corrupción o por haberse quedado sin plaza después de que aquel «transatlántico» zozobrara en el mes de mayo quedándose sin plaza en los botes salvavidas de la nueva política. Me fascinan aquellos «postureos» en los que se alababan a ellos mismos y a su manera de «gestionar» (presuntamente) y que hoy en día han pasado ya sus penurias, habiendo puesto en marcha su particular «réquiem» mientras andaban con sus pompas fúnebres en coche policial de camino al juzgado. Son unos duros momentos ya que las siglas «del charrán» van a verse gravemente afectadas por las causas judiciales de algunos de sus ex dirigentes dando grandes titulares a la prensa.
Señoras y señores, es conveniente y necesario un nuevo cambio dentro del PPCV con vistas al futuro, además de bases fuertes y unidas, en las cuales debemos construir un gran proyecto político que defienda los valores del gran número de afiliados íntegros, sin guerras internas y liderado, a mi juicio, por la actual presidenta Isabel Bonig.
Es el momento de recobrar para la ciudadanía, y más si cabe, para los valencianos, la gran fuerza e ilusión que recorría por las venas de aquella militancia en época de bonanza política.
Es esencial convertir la política mediocre en accesible a los militantes. Debemos hacerlos partícipes, activando su colaboración. Debemos renovar las distintas filas de los comités con personas virtuosas, decentes y sobre todo preparadas. Debemos dejar a un lado las familias e hipotecas (a los amiguismos me refiero) y apostar de una vez por todas por gente que pueda aportar lo mejor de sí a las filas populares. Que sepa mostrar la gran valía y activo que constituyen nuestros miles de militantes y, sobre todo, acabar con clichés sesgados, desterrar la dedocracia sustituyéndola por la meritocracia, y poner en valor que a la política se llega para servir, nunca para ser servido.

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