Enrique Arias Vega, colaborador en Valencia News. Más fácil protestar que hacer

Países lombriz

El país más joven del mundo, Sudán del Sur, proviene de una escisión del Sudán hace menos de tres años. Ahora, la guerra civil entre las etnias dinka y nuer puede llevar a una nueva secesión.

Un amigo, dedicado a cuestiones internacionales, explica este tipo de sucesos diciendo que los países son como las lombrices de tierra, que se pueden partir por la mitad y cada una de las partes sigue viviendo luego como animal independiente.

Así se entendería que en 1945 hubiese sólo 90 países en el mundo y que ahora sean unos 200. La antigua Yugoslavia, por ejemplo, ha dado pie a siete Estados diferentes. En una exactísima aplicación de la metáfora de la lombriz, tras sucesivos desgajamientos el antiguo Estado quedó reducido a un país llamado Serbia y Montenegro; luego, la separación de este último territorio dejó sola a Serbia y, más tarde, merced al empecinamiento de la OTAN, a costa de aquélla se creó otro país hasta entonces inexistente: Kosovo.

Como ven, la tesis del troceo de los anélidos, es decir, de la instauración sucesiva de naciones lombriz, puede ser aplicada casi indefinidamente.

Pongamos el caso de España. Al país podría amputársele Cataluña y, mal que bien, ambas partes podrían sobrevivir independientemente. Claro que luego el Valle de Arán, por ejemplo, podría separarse a su vez del Estado escindido; y así sucesivamente.

No acabo de ver, con todo, que la metáfora de mi amigo resulte muy ejemplarizante, a no ser que prefiramos un mundo lleno de países lombriz, en vez de otro con menos naciones pero, eso sí, mucho más vertebradas que los gusanos segmentados o, dichos por otro nombre, lombrices de tierra o lumbrícidos.

A elegir.

Enrique Arias Vega

Ir arriba