Por qué nos importa Crimea

Los sucesos en Ucrania, con la secesión de facto de Crimea, vienen a recordar algo muy simple que tiende a pasarse por alto: los Estados se rompen por la fuerza. Esa es la norma, eso es lo habitual. Sin el concurso de la fuerza, como en Crimea la presencia militar rusa, no hay secesión que valga. Esto nos lleva a otro recordatorio importante que trae la crisis ucraniana: la autodeterminación se utiliza para vehicular el puro y crudo interés de un Estado en debilitar a otro.

Kosovo, cuyo caso le sirve ahora a Rusia para justificarse, no hubiera podido separarse de Serbia de no haber contado con el patrocinio de los Estados Unidos y con los bombardeos de la OTAN. Ahora bien, la posición de Washington respecto a la autodeterminación por el mundo adelante no es uniforme ni mucho menos. Por poner ejemplos candentes, dice “sí” a la independencia de Timor oriental y Sudán del Sur, mientras dice “no” a la independencia de Abjasia y de Chechenia.

Antes de que nos perdamos en el micro-mapa, fijémonos en que la misma Rusia, la misma Rusia de Putin, combate denodadamente –y brutalmente- a los separatistas chechenos que amenazan su integridad territorial. Sin embargo, esa persecución del secesionismo en su propio territorio no le impide para nada favorecerlo en territorio ajeno, básicamente en el de naciones situadas en su zona de influencia, tal que Ucrania y Georgia.

Por lo que toca a Estados Unidos, apoya aquí y allá, a su conveniencia, la autodeterminación, pero siempre ha defendido fieramente la unidad de su territorio. Empezando por el instante en que los Estados sureños esclavistas se rebelaron tras la elección del presidente Lincoln y proclamaron la secesión. Después de aquella guerra, el Tribunal Supremo, en una sentencia relacionada con la venta de unos bonos en el estado de Texas durante la secesión, sentó doctrina al respecto:

“De acuerdo con la Constitución, la ordenanza de secesión adoptada por la convención (de Texas) y ratificada por la mayoría de los ciudadanos de Texas, así como todos los actos legislativos orientados a hacer efectiva esa ordenanza, son completamente nulos. Carecen de eficacia jurídica.” E igual definió de manera tan clara como sintética el modelo de Estado norteamericano como una “Unión indestructible compuesta de Estados indestructibles.”

Resumiendo. Los que en propia casa rechazan la secesión, la alientan en casa ajena, y sin ese aliento poderoso, es muy improbable que una intentona separatista salga adelante. Se puede amenazar con un referéndum ilegal, se pueden hacer amagos de consulta, al estilo de aquellos “butifarréndum” en Cataluña. Esto se puede hacer, como se puede salir al balcón y proclamar una República Independiente y Superferolítica. Pero sin padrinos y sin la fuerza que los acompañe, todos esos actos se quedan en aspavientos. De sus protagonistas depende que además de inútiles, no sean ridículos.

Cristina Losada

Ir arriba