Por un VCF más valenciano

Es complicado discernir en qué momento las sucesivas directivas del primer club de fútbol de la Comunitat Valenciana perdió el sentido de la identidad valenciana. Esta insensibilización ha sido gradual, cocida a fuego lento, y no quiero pensar que lo haya sido por acción, sino por omisión o dejadez.

Si en 1997 podíamos ver a Paco Roig, en representación del Valencia CF, en la gran manifestación cívica valencianista que reunió a 500.000 personas para clamar por el respeto a la lengua de los valencianos en el delicado momento en el que el Partido Popular de Zaplana conspiraba con el nacionalismo catalán a instancias de Aznar y Pujol para crear la Acadèmia Valenciana de la Llengua (AVL) que oficializaría el catalán en territorio valenciano por primera vez en la historia, nos encontramos diecisiete años más tarde con un Valencia CF sometido plenamente a la normativización impuesta por el aberrante ente catalanista, blindado estatutariamente en 2006 por Francisco Camps en un aberrante pacto anti-natura con el PSPV de Joan Ignasi Pla.

No hace falta ser lingüista o catedrático para darse cuenta de que los órganos de comunicación del club, escritos, orales o digitales, utilizan un estándar lingüístico con el que la inmensa mayoría de la masa social del club no se siente demasiado identificado. El catalanismo lingüístico ha penetrado en el Valencia CF a nivel institucional. Esto es un hecho constatado. Podemos pensar que en base a la influencia de la institucionalización del catalán por parte de los poderes políticos, desde 1983 hasta la actualidad, y también a que los sucesivos responsables de comunicación del club son producto intelectual de unas universidades valencianas que, desde los años 70, actúan como factoría ideológica y agente del pancatalanismo.

Los hechos: la versión en valenciano de la web oficial del Valencia CF está redactada en catalán normativo, como los perfiles sociales de Facebook y Twitter. Al igual que algunas páginas, reportajes o espacios publicitarios de la revista de información al socio, Amunt. También la rotulación de Mestalla. Así mismo, las alocuciones del speaker en los partidos oficiales están llenas de vocablos que nada tienen que ver con la Lengua Valenciana, vehículo de expresión de un elevado porcentaje de la masa social del club. Incluso la aplicación del Valencia CF para smartphones está redactada en catalán.

Aquí llega la revelación, una realidad en la que los actuales gestores del club posiblemente no hayan caído, o no hayan querido caer: este Valencia CF, de pleno capital privado, no tiene obligación legal de utilizar la normativa catalana de la AVL, un dictado político de exclusiva aplicación para administraciones públicas y entidades perceptoras de dinero público. Y este no es el caso. El Valencia CF es libre y soberano para apostar por la utilización de la normativa valenciana de la Real Acadèmia de Cultura Valenciana (RACV), aprobada en 1981 en el Real Monasterio de El Puig y refrendada por todas las entidades culturales valencianas y más de mil firmas registradas notarialmente.

Desde estas líneas, y como ciudadano valenciano y seguidor del club de Mestalla, voy a proponer a los actuales gestores del Valencia CF unas sencillas medidas de revalencianización de la entidad:

1. Apostar por la utilización del genuino valenciano, y abandonar el uso de la norma alienante de la AVL. La desvinculación del club con la política lingüística institucional promovida por la administración autonómica valenciana, por no ceñirse a la realidad lingüística y sociocultural de la sociedad valenciana y, por tanto, de la masa social del club, es vital. Se impone, por tanto, la inmediata corrección al valenciano de la rotulación de Mestalla, así como de los himnos, cánticos, alocuciones durante los partidos, soportes publicitarios, medios escritos y digitales corporativos de la entidad.

2. Convertir al Valencia CF en un auténtico agente de la valencianidad: recuperar a la entidad como garantía de salvaguarda y representatividad de la sensibilidad identitaria mayoritaria del pueblo valenciano, y por traslación, de la masa social del club, hermético a cualquier tipo de intento de influencia o presión despersonalizadora y alienante, como lo ha sido en otros momentos de su historia.

3. Establecer, desde el área de Responsabilidad Social Corporativa, que la entidad desarrolle una obra sociocultural que redunde en la defensa, promoción y difusión de las señas de identidad valencianas en todos sus ámbitos y expresiones, y de acuerdo a los valores de la inmensa mayoría de la masa social del club.

4. Promover desde la entidad, escuchando a un gran sector de la afición, que la denominación del nuevo estadio sea “Reino de Valencia / Regne de Valéncia”.

El valencianismo no debe limitarse a agitar una bandera el domingo en un estadio deportivo y a lucir el escudo del club en el llavero. La sociedad valenciana, desde todos y cada uno de sus estamentos, debe dar un paso adelante en su auto-reconocimiento y auto-afirmación. Estos factores, que se nos niegan desde los poderes públicos, deberán ser potenciados por la sociedad civil valenciana. Y sociedad civil somos todos. Los directivos, socios y aficionados del Valencia, del Vilarreal, del Levante o del Elche también. Y el abogado, y el fontanero, y el estudiante. Y usted, y yo.

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