William Vansteenberghe, Experto en Inmigración. Aquarius, el frio cortante de las olas

El Presente como reflejo del Futuro

A pesar de no ser presidente aún, Trump no cesa de invadir los espacios donde reinará sin Ley que lo impida durante 4 años. La última arrancada de este hombre que parece pisar solo sobre los cráneos de sus enemigos, ha sido una crítica dura a la Cancillera Merkel, por el grave error cometido, según él, a la hora de haber dejado entrar a los refugiados en Europa. Sin tomar aliento vaticina la salida de la Unión de más países tras el Brexit de Londres y que este, solo puede ser benéfico para Inglaterra.

Lo que no es capaz de cernir en un medio tan ridículo como Twitter, que es como los tiempos: inmediato, corto y de ahí perenne y superficial, son los motivos de los tres problemas que en una sola exhalación es capaz de espetar. Este es el verdadero mal de este siglo que de momento se muestra arcaíco y lleno de dudas , miedos y retrocesos.

Que estamos retrocediendo en todas las costuras de la realidad es una evidencia sangrante. Dolorosa sin paliativos, ya que producida por la reacción de Occidente al uso de la barbarie terrorista de unos pocos. Además en una generación de la que se esperaba mucho más, ya que la más formada.

Pero si miramos más atentamente, vemos que este siglo ha abierto las puertas a las demandas de los permanentemente ausentes, el pueblo que carece de todo, o sea las dos terceras partes del Mundo. De hecho la crisis ha roto con los espejismos del “Todo va bien”, demostrando que la riqueza se concentra muy rápidamente en las manos de muy pocos, seis manos de solo tres personas en este país, y que cualquier crecimiento social es reversible en  breves momentos.

El hecho de que los populismos hayan reaparecidos, en la figura de Putin, Trump, Le Pen, y Erdogán, significa que la gente, el pueblo, culpable primero y último de lo que le pasa, ha elegido la dureza, la supuesta mano firme, el camino más corto entre el miedo y la idiotez, para resolver los problemas de gran calado que ha fomentado el hecho de sentirse por primera vez, Mundo.

Las paradojas carecen de final, tenemos la capacidad de erradicar el hambre pero no lo hacemos ya que perderíamos dinero, podemos obviar las energías fósiles, pero no queremos ya que los Lobbies productores se lanzarían a la caza del infiel. Negamos el calentamiento global, cuando no deja de demostrarse por nuestras calles, pueblos, ríos, mares, y cielos.

Negamos la llegada a nuestro suelo de nuevas gentes a pesar de que no cesamos de recular en términos de natalidad y de obvio crecimiento, finalmente consumimos cosas inútiles en exceso, arruinando la capacidad de futuro de nuestra especie, y la de miles que nos rodean.

Pero nos preocupamos de cosas muy importantes como el deporte, del coche, de que los niños vayan de azul y las niñas de rosa, promoviendo la diferencia entre sexos, no cesamos de mirar alguna pantalla, dejando de ver la vida pasar, y finalmente levantamos el cuello para asustarnos de lo que nos hemos perdido, y tras dos segundos humedeciendo ojos sobre la situación horrible en invierno de los refugiados, votamos a los Trumps y compañía. Y, luego, nos asustamos de lo que hemos hecho, ya que hace tiempo que hemos dejado de pensar.

Erdogán está construyendo en Turquía un espacio presidencialista para durar como el Reich, mil años. El 78 % de la población admite no saber que está haciendo este señor, que además del derecho a declarar la guerra, le sumará al puesto de Presidente, el derecho a nombrar hasta a los jueces, cargándose de un plumazo la separación de poderes. Y la gente no sabe, pero vota.

Si no sabe, vota lo que sea, por lo tanto nuestra generación más formada es la más idiota de todas las habidas hasta el momento, ya que carecemos de la disculpa de la ignorancia impuesta, tenemos la capacidad de entender, pero no la utilizamos.

En nuestro país, está medrando  una opción política que apela a la memoria histórica, vamos que se puede leer en los libros. De hecho es un calco exacto de la Revolución rusa, al menos en sus pretensiones iniciales.

Ni eso somos capaces de reconocer. Más, somos la generación que queremos eliminar la Filosofía, gran culpa de los profesores que jamás fueron capaces de abandonar los libros para explicar la filosofía a través de los actos de la vida.

Hasta hemos inventado un trending topic para definir el tipo de ética en la que nos encharcamos: la Post-verdad.  Término tan absurdo como triste. Vivimos en la Real Mentira, y no en la Post-verdad, y como decía Mick Jagger, “but I like it”.

Somos culpables de mantener la ignorancia en nuestras familias, somos responsables de no atender a nuestros hijos, y hacer de ellos una nueva generación aún peor: los blanditos.

Ni siquiera caminamos ya como los cangrejos como en el siglo XX, nos arrastramos hacía atrás, a la espera  de que como los anglosajones de la vieja Britania, nos invadan los barbaroi, y escriban durante un milenio lo decadentes que éramos, lo descreídos que habíamos llegado a ser, y lo poco que se tapaban las mujeres.

Todo eso por no HACER nada, solo votar, entre una mirada al móvil y un vistazo a la televisión.

Pero jamás podremos decir que no estábamos avisados del ridículo alcanzado, bastaba con mirar el tupé de Trump y su color anaranjado de piel.

Eso si, Feliz año 2017.

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