¡Pues sí que estamos bien!

Lo digo literalmente, no bromeo ni he sacado a pasear el sarcasmo como si fuera un perro patada. La frase del título la podría suscribir un notario si se echara a la cara los datos que brindan los organismos internacionales que permitieron hace unos días a la analista ecuatoriana Gabriela Calderón titular un artículo «Celebremos el mejor año de la historia», y abrirlo con esta frase:

2013 lo fue. Nunca antes en la historia de la humanidad tantas personas habían vivido vidas tan largas [y] tan cómodas.

Nos puede parecer increíble a los españoles, viviendo como vivimos en el año 6 C. C., de la Crisis de los Cojones, pero lo cierto es que el mundo está mejor que nunca. Como decía Calderón en su artículo, la proporción de gente que vive con menos de 1,25 dólares diarios ha pasado del 43,1% en 1990 al 20,6% en 2010; la expectativa media de vida era de 52 años de 1960 pero de 69 en 2010; la mortalidad en menores de 5 años se cifraba en el 108 por 1.000 en 1960 y en cambio en el 28 por 1.000 en 2011; la tasa de población sin agua potable ascendía al 24% en 1990 y se reducía al 11% en 2012… Mi compañero Diego Sánchez de la Cruz ofrece más datos fabulosos en este post, descriptivamente titulado «El mundo va a mejor». No dejen de leerlo.

No se trata de emular al inefable Pangloss sino, ya digo, de reparar en los datos, de «ver en lo que es», que diría Stendhal. Y ‘lo que es’ es que la Humanidad está viviendo los mejores momentos de su historia. Desde la Revolución Industrial y el advenimiento del capitalismo moderno, concreta y no casualmente. De ahí que, por ejemplo, sea injusto denominar al XX «el siglo de la Megamuerte», a pesar de las guerras mundiales y la Shoá y otras espantosas devastaciones: «Si tenemos en cuenta que durante el siglo XX murieron más de seis mil millones de personas», anota Steven Pinker en su monumental ‘Los ángeles que llevamos dentro’, «podemos estimar que durante ese siglo murió en combate en torno al 0,7% de la población mundial». Si incluimos en la lista negra a los caídos por hambrunas y enfermedades relacionadas con la guerra, así como a los que perdieron la vida en «genocidios, purgas y otros desastres provocados por el hombre», ese 0,7 se convierte en un 3%. Pinchen aquí y comparen con tiempos pasados. Con todos los tiempos pasados.

¿Moraleja? A pesar de todos los pesares, que siempre estarán ahí porque el mundo jamás será perfecto –¡ni lo quiera Dios!, que diría Lola Flores–, estamos mucho más mal que bien. Seamos realistas: hemos materializado innumerables veces lo imposible.

Así que no tiremos al niño con el agua sucia, que los árboles no nos impidan ver el bosque… ¡y mucho cuidado con los atrasistas!: esta manga de liberticidas pretende llevarnos de vuelta a la barbarie milenaria con el obsceno cuento del buen salvaje y sus infames ideologías promisorias, que sólo garantizan muerte y miseria.

Mario Noya

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