¡Qué finde el de esta semana!

Parafraseo el título de una conocida canción de los Beatles ahora que McCartney está enfermo y ha suspendido conciertos en Japón porque de todos es sabido que este próximo fin de semana va a ser intenso. El sábado o Coca-Cola o el Real Madrid se llevarán a sus vitrinas una copa de Campeones, también conocida como de Champions. El por qué Coca-Cola ha decidido aliarse con un equipo mortalmente enfrentado a sus vecinos madrileños, a un Barça a quien le ha arrebatado la Liga a domicilio, y a un Valencia al que le quiere disputar el tercer puesto histórico de los clubs españoles que ostentan los blanquinegros es para mí un misterio.

Pero además es un punto de inflexión en el marketing de la compañía en España, caracterizado por el buenismo, y que hasta ahora (hasta que cerró plantas como la de Alicante, y ahora que toma partido por uno sólo de los 20 equipos de Primera) intentaba no pisar charcos, promover música y deporte como superación personal, no de los rivales, y caerle bien a todo el mundo. Supongo que sus cabezas pensantes habrán pensado que el ATM le cae bien a todos porque rompe la Liga escocesa en que se había convertido la española y supone el triunfo de los modestos.

Pues siendo todo eso cierto, la campaña cocacolera tendría sentido si los colchoneros perdieran todas las competiciones y siguieran siendo el Pupas. Como no es así, el ATM se ha convertido en un rival a batir de manera muy especial por las razones que he dado antes, y a las que habrá que sumar la supravaloracion que los sevillistas hacen de su club ahora que han ganado con ayudas arbitrales la Europa League (antes UEFA). Encima dicen -yo no tenía ni idea- que en el spot de marras sale un conocido abertzale. Hombre, igual los del Bilbao se hacen del ATM, pero lo dudo, por mucho que los dos sean rojiblancos de piel deportiva.

Entroncando la Champions del sábado con las Europeas del domingo (el otro gran acontecimiento del finde) hemos sabido que la Junta Electoral ha perdonado su presencia en la mesa de turno a un colega que tiene entradas para el partido de Lisboa de la víspera. Hombre, a mí, teniendo que dirigir una noche electoral en la radio, no me permitieron hacerlo porque me había tocado estar en una mesa. O sea, más importante ver fútbol que ofrecer un servicio público basado en las libertades fundamentales, entre las que se encuentra la de información, y no la de contemplación de un espectáculo.

Y en cuanto a las Elecciones propiamente dichas, pues recordarles que lo que está en juego no es el aborto, ni el franquismo, ni tan siquiera el machismo, sino tener predicamento en Europa. Y, de paso, la supervivencia del más institucional de los posibles líderes del PSOE para cuando haga falta un gran pacto de Estado en el que los independentistas ya no van a caber, y la pole position para las Autonómicas del año que viene. Haría bien el PP en aprender en este año que tiene por delante que los errores de Pizarro atendiendo con respeto, casi asintiendo a Solbes, y que repitió Cañete con Valenciano (polémica machista y lectura de papeles aparte), no se pueden volver a repetir. Lo del machismo, por supuesto, tampoco.

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