¿Qué hemos ganado?

Las elecciones del pasado domingo han supuesto un hito en la pequeña historia de la democracia reciente. Unas elecciones municipales – en el pasado- supusieron el cambio de régimen pasando de una monarquía a la república. Otras, las recientes, han determinado la hegemonía de la izquierda sobre la derecha en un breve plazo de cuatro años.

Del año 2011, con un PP eufórico, hemos llegado a la celebración del PSOE del segundo batacazo importante sufrido por el bipartidismo imperfecto que desde el año 1977 se ha venido imponiendo en España.

El PP gana las municipales y las autonómicas y pierde cuotas de poder importantísimas. El PSOE se deja medio millón de votos “mutatis mutandis” y, por el contrario, desborda de alegría por recuperar feudos importantes en ciudades y Comunidades. Es el efecto pactismo.

E.U. la gran sufridora de todo el proceso constituyente (como PCE) y colaboradora leal de la transición desaparece prácticamente por no haber sabido refundarse. Podemos, su “alter ego”, integrado por jóvenes cachorros, ha jubilado a las vacas sagradas y, en la Comunidad Valenciana, ha sustituido –inmisericorde- a los denunciantes de la corrupción. Se han inmolado pero han conseguido su objetivo: dejar al PP tocado y casi hundido.

Por su parte Ciudadanos se sitúa, con frescura, en el ranking de lo posible para reciclar al centro derecho aunque el voto popular no ha llegado –como se esperaba- y se ha ido, en buena parte a la abstención. De los dos millones y medio desaparecidos, muchísimos no se han acercado a las urnas ni han cambiado el voto por la marca blanca y limpia.

Y en nuestra Comunidad, la gran ganadora, Compromís, que tiene opción a encabezar el Ayuntamiento de Valencia y la Generalitat, según los pactos posteriores.

Con una política alejada de la cortesía parlamentaria y los modos políticos de buenas maneras ha obtenido votos de todos los espacios. Incluso de la propia derecha algo ya constatado en el campo sindical donde la Intersindical (brazo de Compromís) recibe sistemáticamente en las elecciones sindicales las administraciones públicas, el voto de empleados públicos militantes del PP en no pocas ocasiones.

Un ciclo nuevo. De la teoría crítica a la práctica en el ejercicio del poder. De lo imposible y utópico a lo posible.

¡Tiempos sugerentes y apasionantes!

Y en el horizonte, después de los pactos tácticos que se avecinan, unas elecciones generales que cambiarán -o no- el panorama llevándose por delante, en todo caso, la molicie,

la corrupción y la soberbia.

O sea…

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