¿Se acabó el día de la marmota?

Dicen mis buenos compañeros de tertulias radiofónicas, especialmente el economista Fernando Martínez, cuando repasamos cada semana la actualidad, que más que un análisis detallado diario parecía que asistíamos últimamente a un Día de la Marmota que se repetía en un bucle interminable tal y como sucede en la película “Atrapado en el tiempo”.

Porque efectivamente, las noticias vinculadas sobre todo con el ámbito económico y político habían entrado en una dinámica continúa en los últimos meses donde, a poco que se profundizara en los contenidos, se podía comprobar que no existía una evolución sustancial significativa.

Pero ese bucle que hastiaba de una manera atroz a todas las clases sociales, menos a la financiera y la política, claro, parece que empieza a girar, al menos para la última, tras el varapalo que sufrieron los grandes partidos españoles en las elecciones europeas del pasado domingo, día 25 de mayo.

Desde estas líneas no vamos a reincidir en la información masificada que la eclosión de Podemos ha generado en la opinión pública tras las elecciones europeas, pero no por ello debemos obviar un fenómeno sociológico que ha conseguido aportar un aire fresco a la devaluada política española.

Es cierto que todavía es muy pronto para evaluar la trascendencia de una irrupción que no tiene parangón en España y que aún debe pasar por el filtro de las palabras a los hechos si realmente quiere ganarse la confianza del electorado a largo plazo.

Aunque de momento, Podemos ha conseguido poner en jaque a los grandes partidos, a los intocables PSOE y PP, que ven como por primera vez una revolución en las urnas ha conseguido mover los cimientos del poderoso establishment.

Pero el objetivo de este artículo es otro, aunque guarde una estrecha relación con el auge del partido liderado por Pablo Iglesias, porque la pregunta es si realmente se ha terminado el Día de la Marmota, sobre todo desde la perspectiva económica.

A este respecto todo el mundo conoce el matrimonio indisoluble que permanece inerte en el tiempo entre el poder político y el financiero.

Pero eso ha sido hasta ahora, porque tal vez, empiece a cambiar el futuro económico con la aparición en la Eurocámara de no solo Podemos, si no de 15 partidos euroescépticos más, donde hay formaciones preocupantes de extrema derecha e izquierda, e incluso de apología nazi.

Todos ellos pueden marcar unas nuevas reglas del juego financiero frente a los también poderosos europartidos de populares y socialistas que ya cuentan con sólidos lobbys implantados en Bruselas

Por tanto, la batalla está servida, porque estas formaciones llegan con aires renovadores a la Eurocámara, aunque antes deben demostrar sus convicciones políticas, lejos de radicalismos para dinamitar la UE, si quieren construir progresivamente un modelo comunitario más participativo y solidario entre todos sus miembros.

La aventura se antoja imposible por varios factores. Entre ellos, por la propia idiosincrasia radical de algunos partidos que acceden por primera vez al Parlamento europeo. Y por otra parte, porque el poder financiero vendería muy cara su derrota, si es que ésta llegara a producirse, lo cual se antoja casi imposible.

De momento, los mercados financieros han reaccionado con tranquilidad a la zozobra electoral que sacudió Europa el pasado fin de semana, demostrando que tenían la situación controlada, porque de momento no cuentan con una inestabilidad acusada en las instituciones comunitarias, a pesar de la irrupción de los nuevos partidos euroescépticos.

Y ya se sabe que si los mercados reaccionaron con tranquilidad es porque no ven amenazado su modelo financiero, al menos a corto plazo, ya que cuando algún país o mercado estornuda fuera del sistema establecido baja la bolsa y se disparan automáticamente las primas de riesgo.

Prueba de esa tranquilidad económica, que roza la soberbia, ha sido la publicación, casual o no, del informe anual elaborado por el FMI para España, justo después del varapalo electoral para los grandes partidos.

En dicho documento, el organismo presidido por Christine Lagarde recomienda una vez más la bajada de salarios, el mantenimiento de la capitalización de los bancos, para mayor gloria de los dividendos, la quita de deuda para las empresas solventes, o la subida del IVA.

Vamos! Como si nada hubiera pasado tras las elecciones del domingo, con una contundente respuesta ciudadana en las urnas a un modelo económico de doble filo que pone en peligro la estabilidad de Europa.

Si PP y PSOE no esperaban semejante varapalo el pasado día 25, no harían de más los organismos financieros en aplicar medidas para la reactivación del mercado laboral europeo, tal y como recomienda el FMI, para que a los grandes capitales no se les vaya la situación de las manos.

Para Bill Murray, su periplo interminable por el Día de la Marmota en “Atrapado en el tiempo” se convirtió en una simple pesadilla. Para Europa y España mantener el modelo político y económico, tras la respuesta ciudadana en las elecciones del 25-M, puede convertirse en un efervescente problema de crispación social.

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