Si yo fuera el Presidente

Depende de la hora en la que usted esté leyendo esta columna, o el Presidente Rajoy está dando explicaciones al Congreso en el Senado, o ya ha concluido el debate sobre lo que llamamos “caso Bárcenas” y/o “caso Gürtel” y que en realidad deberíamos llamar “caso financiación del PP”. Como siempre hay que escribir adelantándose a los acontecimientos, ignoro cuál de los dos caminos posibles ha elegido Rajoy: mantenerse en la línea oficial que su partido ha seguido hasta ahora –negar la mayor- o reconocer la posibilidad, con las reservas necesarias, de que, efectivamente, con Bárcenas al frente de los dineros de Génova haya podido haber irregularidades que el Partido Popular estaría dispuesto no sólo a admitir, si llegan a probarse, sino a recomponer en la medida de los posible y a exigir las responsabilidades que fueran necesarias. Una tercera posibilidad es un “mix” de ambos caminos al más puro estilo de la sentencia del Supremo en el “caso Blanco”: es posible que haya habido irregularidades pero pocas y, en todo caso, será Barcenas quien tendrá que probarlas, el juez instruirlas y el Tribunal sentenciar cuando toque.

De lo que diga –o haya dicho- Rajoy, sólo va recibir varapalos de la oposición porque su comparecencia se sitúa realmente en el Senado y ante el Congreso pero es la sociedad, esas señoras y esos señores que luego votan en las elecciones y que están hartos de tanto chanchullo particular tan ajeno a los graves problemas que les acucian cada día, es la sociedad, digo, la que realmente va a juzgar a Rajoy más allá de las réplicas y las contrarréplicas.

El dilema, creo yo, del PP ahora es saber qué pruebas puede tener un personaje tan impresentable como Bárcenas que ha pasado definitivamente del chantaje a la venganza, que ya no tienen nada que perder y que recibe los puros habanos en la cárcel. La gran duda no está en los papeles publicados sino en posibles grabaciones que aun no hayan salido la luz y en qué podrían contener esas grabaciones. Los papeles hay que probarlos, los mensajes de texto se pueden interpretar pero ¿y si hay grabaciones? Si yo fuera el presidente, incluso si yo fuera Arriola hubiera optado justo por lo contrario que parece el camino Arriola porque con la verdad por delante se va mucho más lejos que tratando de esconder cadáveres o, siendo más generoso, empeñándose en que el enfermo grave goza de buena salud.

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